La Secretaría de Culto, que depende de la Cancillería argentina, ofrecerá en el Palacio San Martín una recepción a representantes de las colectividades judía y musulmana de nuestro país, para celebrar de manera conjunta dos festividades centrales de sus respectivos calendarios litúrgicos: el Rosh Hashaná 5768 (Año Nuevo judío) y el comienzo del mes sagrado de Ramadán. El encuentro se hará mañana, miércoles 12 de setiembre, a las 12, en el Salón Dorado del Palacio, Esmeralda 1231.
Musulmanes y judíos se guían por diversos calendarios: el islámico es lunar y el hebreo, lunisolar, razón por la cual no siempre estas fechas son coincidentes, como ocurrirá este año, en que se da la circunstancia especial de que ambas celebraciones comienzan el 13 de septiembre.
Aprovechando la coincidencia, el secretario de Culto, embajador Guillermo Oliveri, les propuso a los referentes de ambas comunidades la idea de compartir un encuentro, que las entidades centrales del judaísmo y del Islam apoyaron abiertamente, hecho que, aunque habitual en nuestro país, probablemente no tenga correlatos en ningún otro lugar del mundo.
El Rosh Hashaná (en hebreo, cabeza de año), se celebra entre los días 1 y 2 del mes de Tishri, primero del calendario judío. Según esta tradición, Dios creó el mundo y con él al primer hombre. Esta celebración da inicio a diez jornadas de reflexión que culminan con la festividad del Yom Kipur (Día del Perdón), cuando se realiza un balance de lo vivido. Los judíos consideran estos momentos propicios para un examen de conciencia, tanto para el individuo como para la comunidad. Rosh Hashaná celebra al hombre libre, aquél que se siente moralmente responsable no sólo por lo que hizo, sino también por lo que dejó de hacer.
El Ramadán, por su parte, celebra la revelación del Santo Corán a Mahoma. Es un tiempo de alegría para los fieles, que encuentran en las enseñanzas del Libro Sagrado la luz para vivir cada día más y mejor sometidos a Dios. Durante el mes de Ramadán los musulmanes hacen ayuno desde el alba hasta que se pone el sol. De esta manera, el creyente musulmán manifiesta su veneración a Dios y su adhesión a la doctrina revelada en el Corán al profeta.