El Canciller argentino, Héctor Timerman, participó esta mañana en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti (ex ESMA) de la apertura de la “Jornada para Corresponsales Extranjeros y Periodistas” sobre “Perspectivas Comparadas de los Procesos de Memoria, Verdad y Justicia en el Cono Sur. Su cobertura en la prensa internacional”, organizada por la Secretaría de Comunicación Pública de la Presidencia de la Nación.
La jornada se enmarcan en el Programa "Memoria en Movimiento, Comunicación y Derechos Humanos” de la Secretaría de Comunicación Pública, con el objetivo difundir y analizar la marcha de los procesos judiciales por delitos de lesa humanidad cometidos durante las dictaduras militares en Sudamérica. Además del Canciller, participaron de la apertura el Secretario de Comunicación Pública, Juan Manuel Abal Medina; el secretario de Derechos Humanos. Eduardo Luis Duhalde; y el secretario Ejecutivo del Instituto de Políticas Públicas en DD HH del MERCOSUR, Víctor Abramovich; y Edgardo Esteban, Vicepresidente de la Asociación de Corresponsales Extranjeros de la República Argentina (ACERA).
A continuación se transcribe el discurso completo del Canciller Héctor Timerman:
Yo no les voy a explicar lo que fue la ESMA, no hace falta. Tampoco es necesario que les cuente quien fue Haroldo Conti, cuyo recuerdo se expresa en el nombre del espacio que hoy nos recibe.
Elijo en estas palabras retransitar, en parte, el camino que los argentinos recorrimos para que un lugar tan identificado con la muerte, como lo fue la Escuela de Mecánica de la Armada sea hoy un lugar de memoria, verdad y justicia. Un lugar dedicado a la vida a través del arte, la cultura, la política y la creación en todas sus formas.
Asimismo, con relación al análisis de la distintas experiencias nacionales en la región respecto a la superación social de las horribles consecuencias del terrorismo de Estado, como funcionario y como ciudadano comprometido con la cuestión, estoy convencido de que cada uno de nuestros pueblos tiene que transitar su propio recorrido, lo que no implica de modo alguno negar la enorme influencia que la experiencia argentina ha tenido en todo el Cono Sur. Nuestros progresos y retrocesos no solamente definieron los distintos momentos de nuestra democracia recuperada, sino que fueron leídos e incorporados al debate permanente que sobre la cuestión mantienen nuestros vecinos y hermanos.
Desde el juicio a las Juntas, pasando por las asonadas militares, las leyes de punto final y obediencia debida, los indultos, las derogaciones que siguieron, la imprescriptibilidad de estos crímenes, la ampliación a los responsables civiles, la búsqueda incansable de madres y abuelas, hasta la constante evolución de herramientas normativas y jurisprudenciales, el caso argentino se ha transformado en una pieza ineludible en la consideración de la problemática, en el Cono Sur y en el resto del mundo.
Es que para la Argentina de hoy, y permítanme confiar que también para la Argentina que será la de los hijos de nuestros hijos, Memoria, Verdad, Justicia son fundamentos de un país democrático con plena vigencia del estado de derecho. Estos principios conforman una verdadera política de Estado en la que están comprometidos los tres poderes y las mayores fuerzas políticas nacionales. Por ello, es de particular relevancia desentrañar como llegamos hasta aquí.
En muchos de ustedes, corresponsales extranjeros, quisiera evocar el recuerdo de sus colegas que por entonces se constituyeron en una pieza esencial en denunciar que aquello que dio en llamarse “Proceso de Reorganización Nacional” era en realidad una dictadura de una ferocidad y metodología represiva desconocida hasta entonces en la Argentina. La divulgación de lo que ocurría se conoció entonces como la campaña “anti-Argentina” como anti-Argentina fueron tildadas las madres que ante los ojos del mundo reclamaban todos los jueves.
La vinculación entre prensa y opinión pública exterior tuvo un episodio que hace poco dimos a conocer. Durante la dictadura militar el horror del terrorismo de Estado llegó también a la Dirección de Prensa y Difusión de la Cancillería. Allí, detenidos-desaparecidos eran llevados durante el día para trabajar como mano de obra esclava en la campaña destinada a contrarrestar las denuncias que los familiares de las víctimas realizaban en el exterior, para luego ser nuevamente trasladados al centro de detención ubicado en el predio en el que hoy nos encontramos.
En este esquema represivo se diseñó también el Plan Cóndor, la desclasificación de archivos junto a tareas de investigación de la documentación resultante nos alejan cada vez más de la idea de que el Plan Cóndor consistió en un grupo de casos aislados y operaciones conjuntas coyunturales, sino que fue más bien la expresión de una alianza sustentada en la Doctrina de la Seguridad Nacional, que logró una escalofriante eficiencia en la coordinación de acciones de exterminio de alcance regional.
Hoy los países de América Latina vivimos pujantes democracias. Compartimos un proyecto profundo de integración regional que alcanza también al campo de la defensa de los derechos humanos y se expresa a través de la construcción de una identidad común que se apoya en la permanente construcción de los valores democráticos como reaseguro del “nunca más”. Es que sabemos que no podemos permitirnos retrocesos, que los casos de Ecuador y de Honduras no son otra cosa que la evolución de las manifestaciones golpistas de antaño.
La distancia temporal nos señala que aquéllos comunicadores que escogieron dar voz a la que era entonces la versión inconveniente hicieron lo correcto; la gravedad del momento era tal que además de salvar a la verdad salvaron vidas.
Así como durante la dictadura las voces de los perseguidos, las voces de los que se oponían a un modelo económico, las voces de los que quedaban fuera del sistema no tenían lugar en los medios que utilizaron su adhesión a la dictadura para obtener ventajas económicas también en democracia hay voces que no se escuchan, que se encuentran al margen de un sistema que casi naturalmente se mueve por intereses económicos. No es en vano que las democracias más avanzadas han legislado en contra de los monopolios mediáticos y, aún así, en esos países es permanente la tensión entre los intereses corporativos y el de las mayorías.
No nos engañemos: en democracia es tan fácil escribir contra el gobierno como raro hacerlo contra los patrocinantes del medio. Así, en la Argentina de hoy, si separamos la hojarasca retórica, el debate es a favor o en contra de un sistema de acumulación de medios. Hay una muy buena ley aprobada por el Congreso, excusarse en la perfectibilidad de dicha norma es ser servil al inmovilismo. Es poner el periodismo como guardaespaldas de los intereses económicos acumulados gracias a una ley cuyo origen es la visión de los dictadores y sus socios mediáticos.
Estoy convencido de que Jornadas como las que hoy nos convocan contribuyen a difundir la marcha de los procesos de Memoria, Verdad, Justicia y Reparación desde una necesaria perspectiva regional, que nos definen como sociedades y nos caracterizan frente al mundo. Del mismo modo, sirven como recordatorio de cuales son los pasos pendientes en el derecho a informar y ser informado de todos los ciudadanos.
Nuestro gobierno ha escogido dar la batalla en dos frentes, en primer lugar desde la vocación a no repetir nuestro pasado llevando adelante iniciativas sobre preservación de sitios de memoria ó promoviendo la cooperación en la búsqueda de materiales documentales relativos a las violaciones a los derechos humanos cometidos en el contexto del Plan Cóndor.
En segundo lugar, lo hacemos desde la modificación de un esquema normativo diseñado para proteger los intereses económicos dominantes y, que quede claro, no desde la persecución de sus medios, sino desde la necesidad de brindar oportunidades comunicacionales a quienes por constituir minorías o carecer de financiación, hoy están al margen del sistema de comunicación.
Amigos, vale la pena entonces detenerse sólo un minuto para reconocer y reconocernos en el camino recorrido. Nuestros países debieron sobreponerse a un período oscuro caracterizado por dictaduras que hicieron de las violaciones masivas y sistemáticas de los derechos humanos la herramienta privilegiada de ejercicio del poder. Hoy, por el contrario, a partir de los lazos de integración regional, trabajamos cooperativamente, con el firme compromiso de profundizar nuestra identidad como una región valorada por su firme defensa de los derechos humanos y las libertades fundamentales, entre las que incluyo el derecho a la información.
Por eso, volvamos a la imagen que nos permite sintetizar este recorrido, desde la ESMA al Centro Cultural Haroldo Conti, un escritor a quien la Dirección de Inteligencia de la Policía bonaerense le había abierto un legajo y comentar, en 1975, su última novela, Mascaró, diciendo: "propicia la difusión de ideologías, doctrinas o sistemas políticos, económicos o sociales marxistas tendientes a derogar los principios sustentados en nuestra Constitución Nacional".
Por su parte, un año antes de su desaparición en una entrevista en La Opinión, a la pregunta:
–¿Le hace feliz escribir?
Conti contestaba:
–En absoluto. Es un gran dolor, un gran esfuerzo, inclusive físico. Me crea problemas personales, de relación; me vuelvo huraño, fastidioso. Escribo porque no tengo más remedio. Escribo o me muero. Es como estar embarazado, supongo. Después uno pare y se acabó. Se siente mejor, más aliviado.
En la búsqueda de verdad y justicia la sociedad argentina se integra y fortalece. El sábado, aquí mismo, en los jardines, abuelos, padres y niños se juntaron a celebrar con arte la vida. De esta forma, la memoria de los que se llevaron nos alivia.
Muchas gracias.
Información para la prensa Nº 527 /11
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