El Canciller argentino Jorge Taiana subrayó al inaugurar el encuentro que “los 30 de la CEDAW son motivo de alegría por lo que se hizo, pero no debe ser motivo para pensar que hemos alcanzado todo lo que se puede alcanzar. Se ha avanzado, sin duda este instrumento ha contribuido. Pero me parece que lo importante es utilizar este ámbito para tener un balance y para tener algunas precisiones hacia donde avanzar: reafirmarse en la convicción de que la lucha contra la discriminación es posible y que, a pesar de las enormes dificultades, queda un venturoso camino por recorrer a todos los que quieran luchar por una sociedad más libre. Y una sociedad más libre es una sociedad donde las mujeres puedan ser libres”.
La discriminación contra la mujer, remarcó el Canciller argentino, “afecta a toda la sociedad: las relaciones entre los géneros nos afecta como hombres, como hijos, como compañeros, como padres”. Y señaló: “Es obvio que en estos 30 años se avanzó mucho en la lucha contra la discriminación a la mujer. Algunas formas muy burdas, o muy obvias, o muy jurídicas de discriminación han desaparecido. Ha habido un gran avance. La CEDAW no sólo fija principios, sino que es una Convención que ha dado guías de acción, orienta hacia dónde ir. Por eso tiene sentido que esté incorporada con jerarquía en la Constitución argentina”.
Dado que la Argentina adoptó en 2007 el “Protocolo Facultativo” de la CEDAW, Taiana señaló que “nos gustaría tener ahora la recepción de la experiencia de otros países que han tenido más relación en cuanto al sistema de ‘Peticiones Individuales’, el cual sirve también, no sólo para alcanzar justicia o reparación en casos individuales, sino también para ir estableciendo pautas, normas, direcciones”.
“Obvio que la tarea está lejos de ser cumplida en cuanto a la lucha contra la discriminación de la mujer. En primer lugar tenemos los estereotipos de género que están presentes en todas partes. Tenemos una estructura económico-social que hace a la mujer y la pone en lugares de enorme vulnerabilidad, sobre todo en los sectores populares, facilitando los mecanismos de reproducción de formas y sistemas de discriminación. Tenemos la discriminación salarial: o sea, menos salario por el mismo trabajo. Y tenemos la vergüenza de la violencia de género -que todas las sociedades desarrolladas están demostrando que tampoco es una cosa tan fácil de erradicar- y que requiere un esfuerzo adicional”, afirmó Taiana.
El jefe de la diplomacia argentina estuvo acompañado por la titular de la Dirección de la Mujer de la Cancillería, Embajadora Magdalena Faillace; el Coordinador Residente de Naciones Unidas, Martín Santiago; la Representante de Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM) para Latinoamérica y Caribe, con sede en Nueva York, Gladys Acosta Vargas; Amirigo Incalcaterra, representante del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos y Silvia Pimentel, representante del Comité CEDAW.
Durante el encuentro, la Embajadora Magdalena Faillace afirmó que, durante los 30 años de la CEDAW “fuimos descubriendo que las mujeres pueden ser objeto de varias discriminaciones al mismo tiempo: discriminadas por ser pobres, por pertenecer a alguna minoría, por indígenas, por afrodescendientes, por inmigrantes, y no sólo por el hecho de ser simplemente mujeres”, y destacó que la CEDAW se constituyó en la convención madre de toda la normativa internacional y nacional posterior.
Faillace destacó que “el Gobierno de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner ha generado políticas de inclusión social tendientes a que las mujeres pertenecientes a los sectores más vulnerables de la sociedad tengan mayores oportunidades y puedan salir adelante junto con sus hijos”. A su vez, recordó que “el 8 de marzo de 2007, nuestro Gobierno aprobó el ‘Protocolo Facultativo’ de la CEDAW, herramienta fundamental para que las mujeres víctimas de discriminación puedan hacer valer sus derechos, más allá de los límites y las fronteras de los Estados”.
“La Cancillería –agregó la Embajadora- realizó un Seminario sobre ‘Mujer y Desarrollo’, porque sólo en la medida en que alcancen autonomía económica, nuestras mujeres podrán sentirse más dueñas de su propia vida y de su libertad”.
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