Señora Vice Sindaco de Roma, Dra. Sveva Belviso, Señor Subsecretario Scotti, Sres. Embajadores, autoridades del Instituto Italo Latinoamericano, estimados miembros de la Asociación de Amigos del Gianicolo, compatriotas argentinos e italianos:
Permítanme dirigirme especialmente a los niños de las escuelas que nos acompañan este mediodía. Me dicen que ustedes entienden español, al menos el español que hablamos los argentinos, cargado de sonidos y modismos italianos. Sepan que los millones de abuelos que comparten nuestras naciones no solamente cambiaron nuestra forma de hablar o de mover las manos, nuestras comidas y nuestra música. Cambiaron, fundamentalmente, la forma en la que nos pensamos.
Porque la Argentina de hoy es la que hicieron en gran parte los italianos, y es la Argentina que amamos. Pero déjenme contarles que los gobernantes de la Argentina en formación, acosados por el fantasma de la falta de lealtades de los extranjeros que por millares seguían llegando, impulsaron una serie de símbolos nacionales comunes con el fin de construir “argentinidad”. Entre otros, se escogió a la flor de ceibo, el árbol que aquí crecerá, como la “flor nacional”.
Pasaron décadas desde entonces, nos queda la certeza de que el amor por los símbolos nacionales no fue aprendido, sino que fue consecuencia del sentido de pertenencia propio de un país que dio a los recién llegados trabajo, hospitales y escuelas para sus hijos. Una patria nueva sin que por ello dejara de ser patria también la tierra que habían dejado.
Es esta Argentina, la Argentina que abre sus puertas al mundo la que más me enorgullece.
Plantar un árbol tiene una fuerte carga simbólica, plantar un árbol argentino en este lugar aún más.
Estamos a metros del Faro que levantaron en 1911 italianos que eligieron ser también argentinos en conmemoración del 50° aniversario de la Unidad de Italia. Aquí, en junio de 1947, estuvo nuestra querida Evita para reencender el Faro y con él la luz de esperanza que iluminaba la Italia que renacía de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial.
Los años más tristes de la Argentina tienen aquí un mojón de memoria, en 2006, en este mismo lugar, y al cumplirse el 30° aniversario del golpe militar de marzo de 1976, se emplazó la placa conmemorativa que recuerda a los 30.000 desaparecidos durante la dictadura.
Porque este sitio es sinónimo también de unidad, déjenme mencionar que hace muy poco, el 2 de junio, la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner participó en Roma de los festejos de la Unidad de Italia, que el mundo no se cansa de celebrar maravillado y lleno de sana envidia, pues en ningún otro lugar tanta belleza, cultura e historia un solo país contiene.
Hoy tengo entonces el honor de inaugurar este acto, descubrir esta placa conmemorativa, plantar nuestro ceibo y celebrar con todos ustedes los 150 años de la Unidad Italiana con la alegría y el espíritu fraterno del pueblo argentino para el querido pueblo italiano.
Cuando florezca este ceibo, no dejen de venir a admirar sus rojas flores, que aquí sin duda evocarán la divisa de los garibaldinos que lucharon y murieron por Italia, pero servirán también para recordar los lazos de sangre que los unen a millones de hermanos que tienen allá en el sur, del otro lado del Atlántico.
Muchas gracias
Héctor Timerman
Canciller argentino