En primer lugar permítanme felicitarlos y manifestar la satisfacción de mi gobierno por la organización de esta importante reunión del Congreso Judío Latinoamericano en Buenos Aires, y saludar a los representantes de las diversas colectividades judías de la región y del Congreso Judío Mundial.
Un saludo especial a las instituciones judías de país, con quienes la Cancillería tiene una fluida relación a través de diversas áreas.
Es para mí un honor y una muestra del compromiso de mi gobierno participar en este panel sobre “El terrorismo internacional”.
Con esta audiencia tan calificada y a horas de conmemorarse un nuevo aniversario del horrendo atentado a esta sede de la colectividad judía en la Argentina, el simbolismo que encarna un evento de esta naturaleza sólo puede compararse con la importancia que la comunidad internacional, y en particular el pueblo y el gobierno de mi país le otorgan a la lucha contra el terrorismo.
La realidad internacional de hoy es compleja, y el terrorismo es parte de esa complejidad.
Aunque los actos terroristas, que producen la muerte de civiles inocentes de manera indiscriminada, son una práctica reiterada a lo largo de la historia de la humanidad, lo cierto es que desde el fin de la Guerra Fría asistimos a una complejidad mayor, tanto para entender el fenómeno terrorista como para definir conjuntamente acciones para prevenir y enfrentar estos actos.
Muestra de ello es la diversidad de atentados terroristas que sufrimos recientemente, que unió a la comunidad internacional en una indignación generalizada frente a las imágenes de muertos y heridos en Nueva York, Madrid, Londres o Bali, como habíamos sido testigos de un horror similar en dos oportunidades en la Argentina. Más recientemente, a los pocos dias que deje la ciudad de Bombay luego de encabezar una misión empresarial a la India, esa misma ciudad sufre un cruento atentado terrorista con decenas de muertos. El contexto, las motivaciones y la metodología de estos atentados demuestran por si solos la complejidad que enfrentamos, donde las tecnologías de la información y el fácil acceso de los terroristas a elementos de destrucción, generan un mayor desafió a la comunidad internacional para enfrentar un fenómeno tan complejo.
Por ello es tan importante que esa complejidad sea abordada con un esfuerzo multilateral contundente, con acciones coordinadas para prevenir y combatir eficientemente el terrorismo.
Y en esa complejidad también esta presente el hecho de que por primera vez existe un consenso internacional acerca de la necesidad de respetar las instituciones democráticas y los derechos humanos y, en consecuencia, la lucha contra el terrorismo no debe atentar contra la consolidación de esos valores compartidos de la comunidad internacional.
Esos valores compartidos son parte del derecho internacional, normas que se han incorporado al orden legal interno y, sobre todo, son demandas constantes de todas nuestras sociedades.
En consecuencia, la defensa de las instituciones democráticas y la protección de los derechos humanos deben ser siempre el marco general en el cual se busque cualquier respuesta frente al terrorismo.
La Argentina no es cualquier país cuando se trata de abordar este tema.
Menos aún si nos referimos a actos terroristas que tienen como principal objetivo atentar contra la colectividad judía, y la importante concurrencia esta mañana lo demuestra.
Tenemos una doble condición.
Por un lado como sociedad tenemos la suerte de contar con la comunidad judía más importante de Latinoamérica, que hizo y hace una contribución invalorable para el desarrollo de la Argentina. Estamos muy orgullosos de la colectividad judía de la Argentina, que ha sido un factor fundamental en la construccion de nuestro país, con aportes muy importantes en la ciencia y la cultura. No se puede entender la identidad de la Argentina como nación sin la contribución al desarrollo de esa identidad que ha tenido la colecividad judía.
Pero al mismo tiempo, también tenemos que lamentar la desgracia de ser el único país latinoamericano que fue sede de dos terribles atentados, que provocaron la muerte de cientos de personas inocentes, y ambos dirigidos contra objetivos judíos.
Por ello difícilmente encontrarán una Argentina pasiva a nivel internacional respecto del terrorismo, cualquiera sea el foro en el que se trate este tema.
Y desde la ejecución de la política exterior argentina, bajo la actual administración del Presidente Kirchner, encontrarán siempre que la posición argentina sobre el terrorismo internacional es clara, como lo son todas las acciones nacionales e internacionales que encaramos como país para prevenir y combatir este fenómeno.
En el plano multilateral hemos acompañado, y en muchos casos gestado, las principales iniciativas de la comunidad internacional, tanto en lo que se refiere al desarrollo de normas jurídicas como a los mecanismos de cooperación, coordinación e intercambio de información.
Y clara es nuestra posición cuando debemos adoptar decisiones como miembros de órganos internacionales, como el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
En este foro el Presidente Kirchner fue contundente en septiembre de 2005, durante la Reunión Cumbre del Consejo de Seguridad, al expresar que las nuevas amenazas a la paz y seguridad internacional, como el terrorismo, nos hacen entender finalmente el verdadero concepto de la solidaridad de las naciones. Y destacó que la Argentina considera que todos los actos de terrorismo son criminales e injustificables, y que no hay ninguna razón racial, religiosa, ideológica o de cualquier otra naturaleza, que pueda justificar el asesinato de civiles inocentes.
La Argentina ha ratificado las doce Convenciones de ONU contra el terrorismo y se encuentra cumpliendo los pasos constitucionales previos a la ratificación del Convenio Internacional para la Represión de los Actos de Terrorismo Nuclear.
Participa de manera activa y responsable en todos los órganos del sistema de las Naciones Unidas destinados a prevenir y combatir el terrorismo. Y en ese marco se destaca la acción desarrollada por mi país como miembro del Consejo de Seguridad.
En dicho órgano la Argentina preside por segundo año consecutivo el Comité sobre Al Qaeda y los Talibanes. Este comité fue establecido por la Resolucion 1267 y controla el el listado de terroristas pertenecientes a dichos grupos para para coordinar el intercambio de información y promover la captura y, de ser el caso, la extradición y juzgamiento.
Aspiramos a que la Asamblea General de las Naciones Unidas, como el cuerpo más representativo de la organización, continuea avanzando decididamente en la consideración de todas las cuestiones necesarias para elaborar una respuesta amplia y comprensiva al desafío que enfrenta la comunidad internacional, y en ese contexto se destaca la necesidad de la pronta adopción de una Convención General sobre Terrorismo. La Argentina continuara trabajando activamente en los debates sobre esta Convención Internacional y seguirá teniendo una actitud constructiva para la búsqueda de los consensos necesarios, a fin de permitir que la comunidad internacional cuente con este importante instrumento jurídico para prevenir y combatir el terrorismo.
Como indicó el Presidente Kirchner la cooperación internacional es crucial y, dentro de ella, la cooperación judicial es fundamental, tanto en cuanto a la extradición y la asistencia jurídica mutua como en la lucha contra la financiación del terrorismo.
En el plano regional hemos sido igualmente activos.
La Argentina colabora plenamente con el Comité Interamericano contra el Terrorismo (CICTE), reactivado luego del 11 de septiembre de 2001 y en el cual se desarrollan y ejecutan varios programas de intercambio de información y mejores prácticas con nuestra activa participación.
En el ámbito del MERCOSUR funcionan periódicamente el Grupo Especializado y el Grupo Permanente contra el Terrorismo integrados por las fuerzas de seguridad de los Estados Miembros. Allí también se intercambia información sobre legislación, medidas de control y unificación de normativas para permitir una mayor coordinación entre los países del bloque.
Adicionalmente, se destaca el esquema de colaboración subregional con Brasil, Paraguay y Estados Unidos, que hoy se mantiene y se ha reforzado, bajo el llamado mecanismo “3+1” para garantizar la seguridad en la Triple Frontera. Es importante destacar que este mecanismo esta en pleno funcionamiento, ha tomado con la mayor seriedad el hecho de que esta zona es objeto de preocupación. Por ello, con esos países, hemos intensificado las acciones de prevención en la Triple Frontera, asignando de manera conjunta importantes recursos humanos y financieros en la zona, así como fiscales especializados para conducir las investigaciones, incluyendo los movimientos financieros en la zona.
Más recientemente, en la Cuarta Cumbre de las Américas en Mar del Plata, el año pasado, la Argentina propuso incluir en la Declaración y el Plan de Acción de los Jefes de Estado un importante compromiso a nivel hemisférico, el que fue finalmente adoptado por consenso.
Es así que en la Declaración de Mar del Plata los Presidentes concluyeron que el terrorismo afecta el normal funcionamiento de nuestras sociedades e incide negativamente en nuestras economías, en los mercados de trabajo y especialmente en la generación de empleo; se comprometieron a tomar las medidas necesarias para prevenir y combatir el terrorismo y su financiación; y a fortalecer el intercambio oportuno de información y la más amplia asistencia jurídica mutua, impedir la circulación internacional de terroristas y asegurar su enjuiciamiento y, en su caso, su extradición.
En el marco bilateral, cooperamos con muchos países, entre los que se destaca el Acuerdo con los Estados Unidos de América para proporcionar seguridad al intercambio de mercancías, conocido como Iniciativa de Seguridad de los Contenedores. Somos el primer país de Latinoamérica en ejecutar un acuerdo de este tipo, y nuestro interés compartido con Estados Unidos ha sido intensificar conjuntamente el control de los puertos, vitales para garantizar el éxito de nuestra estrategia exportadora, evitando el trafico de elementos para actos terroristas.
Y este acuerdo se suma a todas las medidas y acciones, también desarrolladas conjuntamente con muchas naciones desarrolladas y en desarrollo, para el control de tráfico de material sensitivo y de uso dual, en particular la no proliferación de armas de destrucción masiva. La Argentina no solamente ha ratificado los principales tratados internacionales en la materia y ha suscripto todos los Acuerdos de Salvaguardias con el Organismo Internacional de Energía Atómica, sino que también participa como miembro pleno en los principales mecanismos de cooperación internacional en materia de no proliferación de material nuclear, químico, biológico y misilístico, como son el Grupo de Países Proveedores Nucleares, el Grupo Australia de control de precursores químicos, y el Régimen Multilateral de Control de Tecnología Misilística. La incorporación de las directrices de estos esquemas multilaterales también es muy importante, teniendo en cuenta que existe una preocupación legítima de la comunidad internacional de que terroristas puedan obtener armas de destrucción masiva, o elementos para desarrollarlas.
En lo que se refiere a la seguridad marítima y aérea, cabe señalar que Argentina ya ha implementado las regulaciones de la Organización Marítima Internacional (OMI) y de la Organización de la Aviación Civil Internacional (OACI), y se encuentra en condiciones de ofrecer asistencia técnica en la materia a colegas latinoamericanos.
Estas son algunas acciones que nos permiten como país estar preparados adecuadamente para actuar de manera responsable internacionalmente en todas las acciones para enfrentar y prevenir actos terroristas.
Pero al prevenir y enfrentar el terrorismo no debemos tener solamente una perspectiva de seguridad.
Hay otras perspectivas que también deben ser consideradas.
En primer lugar, debemos tener en cuenta que detrás de todo acto terrorista también suele existir un problema de marginalidad cultural, política, social, étnica o religiosa, con un componente de fundamentalismo, cuya prolongación en el tiempo ofrece un campo propicio para el desarrollo del terrorismo.
Por ello la Argentina también apoya y promueve el diálogo de civilizaciones y de culturas, a fin de desarrollar una educación y una cultura humanistas, contribuyendo a remover las inequidades y favorecer el respeto a la diversidad. En ese marco, resulta importante destacar que el Presidente Kirchner ha decidido participar activamente en la iniciativa de la Alianza de Civilizaciones impulsada por el Presidente Rodríguez Zapatero de España, y nos encontramos desarrollando acciones bilaterales conjuntas en este sentido.
Estas acciones, aunque son de largo plazo, pueden tener efectos duraderos y provocar un cambio cultural y de entendimiento mutuo, como ya ha sucedido en otras ocasiones a lo largo de la historia.
En segundo lugar, debemos tener presente que el dolor, la indignación y la frustración natural frente a todo acto terrorista no debe llevarnos a pensar que en el marco del combate al terrorismo el respeto de los derechos humanos debe ser minimizado para hacer que ese combate sea más eficaz.
Pensando por ejemplo en la propia experiencia argentina, algunos han creído que el fin justificaba los medios, y que el Estado debía actuar de manera sumarísima, con procedimientos administrativos o militares, sin respetar las reglas básicas de la defensa y el debido proceso, las garantías judiciales o los derechos de los detenidos.
Somos un país que sufrió la tragedia de la tortura, la desaparición forzada, la apropiación ilegal de niños nacidos en cautiverio, la muerte y la persecución, todas acciones sistemáticas y deliberadas desde el Estado bajo una ideología que pretendía preservar la “seguridad nacional”.
Ya conocimos en carne propia lo que significa que el fin justifique los medios.
Por ello encontraran que con el mismo énfasis que la Argentina participa activamente en todas las acciones internacionales para prevenir y combatir el terrorismo, como las que les señalé anteriormente, también encontrarán siempre a la Argentina defendiendo con toda firmeza que siempre, sin excepción alguna, la acción de la comunidad internacional y la de cada uno de los Estados para enfrentar el terrorismo debe ejecutarse con el pleno respeto del derecho internacional de los derechos humanos, el derecho internacional humanitario y el derecho de los refugiados.
Esta es una posición de principio de la Argentina y responde a nuestro contexto histórico-político.
Tanto los dirigentes políticos como los comunicadores sociales tenemos la responsabilidad de promover que la sociedad tome conciencia de la importancia de defender esta posición para preservar conquistas de nuestra civilización que costaron muchos años de lucha conseguir.
Mantener el delicado equilibrio entre libertad y seguridad en el marco de la lucha contra el terrorismo es, quizás, uno de los mayores desafíos de la comunidad internacional organizada.
Pero son nuestras propias instituciones democráticas, basadas principalmente en el respeto de la justicia, la libertad y los derechos humanos, las que deben elaborar las recetas contra el terrorismo. Defendemos esta visión, que compartimos con muchos países, en todos los foros universales y regionales.
Una tercera perspectiva que hay que tener en cuenta es que el terrorismo es un fenómeno fluido y cambiante, con connotaciones políticas, sociales y culturales, y que por ello aún la comunidad internacional, por ejemplo en el marco de las Naciones Unidas, no ha llegado a un consenso sobre la definición global de terrorismo.
Sin embargo si hemos llegado a un consenso respecto de actos específicos de terrorismo, generalmente descriptos en tratados internacionales, que son actos delictivos, crímenes gravísimos que deben ser investigados y juzgados por los tribunales de justicia.
Son crímenes gravísimos que dan lugar a la extradición y respecto de los cuales no caben diferencias con base en la existencia de jerarquías u órdenes. El terrorismo es una conducta prohibida también en el escenario del conflicto armado, cualquiera sea su naturaleza, interno o internacional. Por ello el derecho internacional humanitario también debe ser preservado.
La lucha contra las actividades terroristas requiere, en primer término, el compromiso firme de cada Estado de combatir, a nivel nacional, los actos de terrorismo, de no prestar ayuda a los autores o participantes de actividades terroristas y de fortalecer las legislaciones nacionales favoreciendo el sometimiento a juicio o la extradición de éstos.
Cada Estado, sin duda, deberá intensificar los controles necesarios en sus fronteras para poner en marcha medidas de seguridad y coordinación antiterroristas, teniendo en cuenta sus políticas migratorias, y evitando actos discriminatorios que violen el principio de igualdad.
Una cuarta perspectiva nos lleva a pensar en la situación de excepcionalidad que suele presentarse en la lucha contra el terrorismo.
Pero una vez mas las medidas excepcionales no deben colisionar con la obligación de la protección de los derechos humanos y la democracia.
Al contrario, los organismos internacionales de protección de derechos humanos, como la propia Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en su informe elaborado luego del 11 de septiembre de 2001, concluyó que las cláusulas de suspensión de garantías -como sucede en los estados de sitio o emergencia-prevén específicamente que en determinadas circunstancias es necesaria la adopción de medidas excepcionales que requieren la suspensión temporal de algunos derechos precisamente con el objeto de proteger las instituciones democráticas y el estado de derecho frente a las amenazas terroristas.
Sin embargo, la suspensión debe ser excepcional y solamente sobre algunos derechos.
Así, nada permitirá suspender el derecho a no ser privado arbitrariamente de la vida, a la protección contra la tortura, la servidumbre, el reconocimiento de la personalidad jurídica, o el derecho a la justicia.
La necesidad de tener en cuenta estas perspectivas que les he mencionado anteriormente no es una posición aislada de la Argentina. Es parte de una reflexión y un debate profundo que se desarrolla en las mas importantes sociedades, acerca de la forma mas eficaz de prevenir y combatir el terrorismo, acerca de cómo resolver con acierto la siempre presente tensión entre libertad y seguridad, de manera de alcanzar una efectiva lucha contra el terrorismo que, al mismo tiempo, fortalezca y amplié los espacios de libertad de una comunidad internacional que quiere vivir con libertad, con seguridad, y disfrutando de las garantías que han costado mucho tiempo y esfuerzo conseguir.
En el corazón mismo de las sociedades donde se sufrieron los principales actos terroristas asistimos hoy a un debate interno que indica que la tendencia será corregir los excesos que en un principio pretendieron cercenar libertades injustificadamente en aras de la lucha contra el terrorismo.
Por último, no puedo terminar sin recordar que a la sociedad argentina en particular le duele aquí y ahora, en esta sede de la AMIA, la existencia del terrorismo y la persistencia de la impunidad.
Y a horas de conmemorar el horrible atentado que costó la vida de tantos inocentes, debemos continuar analizando la mejor forma de enfrentar este flagelo, y reafirmar nuestro compromiso de que se haga justicia para honrar debidamente a las victimas, a sus familiares y a la sociedad argentina.
Los argentinos aún sufrimos por la herida que permanece abierta en el corazón de nuestra sociedad por la falta de identificación y sanción de los responsables en los dos trágicos atentados en la década del noventa: en la Embajada de Israel y en la sede de la AMIA.
En ese sentido, el gobierno del Presidente Kirchner considera que la búsqueda de la verdad y la justicia no se vincula solamente a las violaciones de derechos humanos cometidas por el terrorismo de Estado durante la última dictadura militar, sino que también abarca a la necesidad y la obligación de brindar justicia en el caso de estos dos atentados terroristas.
Por ello, frente a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA en marzo de 2005 y con una posterior ratificación por un Decreto del Poder Ejecutivo, el Gobierno argentino reconoció, en el caso del atentado contra la AMIA, la responsabilidad del Estado argentino “por la violación del derecho a la vida, a las garantías judiciales, y a la protección judicial”, así como la responsabilidad del Estado “por que existió incumplimiento de la función de prevención por no haber adoptado las medidas idóneas y eficaces para intentar evitar el atentado, teniendo en cuenta que dos años antes se había producido un hecho terrorista contra la Embajada de Israel en la Argentina”.
También el Estado reconoció responsabilidad “porque existió encubrimiento de los hechos, porque medió un grave y deliberado incumplimiento de la función de investigación del hecho ilícito ocurrido el 18 de julio de 1994, y porque este incumplimiento en materia de investigación adecuada produjo una clara denegatoria de justicia. Todo ello conforme fue declarado por el Tribunal Oral Federal en lo Criminal nro 3 de la Ciudad de Buenos Aires en su sentencia del 29 de octubre de 2004.”
Este reconocimiento no es solo declarativo, sino que incluye una serie detallada de pasos y una mesa de diálogo que coordinamos desde la Cancillería y que está funcionando plenamente, removiendo los obstáculos legales y administrativos para avanzar en la investigación.
Esto no resuelve ni el dolor ni la pérdida de los familiares, ni la sensación de la impunidad.
Pero representa todo el esfuerzo institucional detrás de una voluntad política para llegar a fondo en esta cuestión.
En lo personal he estado vinculado a la investigación del atentado de la AMIA desde los incios, cuando como Secretario Ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos tomé contacto con los familiares, que señalaban las deficiencias en la investigación, por ello comparto plenamente la sensación de frustración que los embarga, y reafirmo aquí la convicción de que haremos todo lo que esté a nuestro alcance para que la investigación permita identificar y castigar a los culpables.
Agradezco una vez más la invitación y deseo que esta importante reunión arribe a conclusiones fructíferas para incrementar un mayor conocimiento y comprensión de la solidaridad del judaísmo latinoamericano.
Muchas gracias