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Jorge Enrique Taiana

Domingo 25 Marzo 2007
Discurso del Sr. Canciller Jorge Enrique Taiana
Palabras del Canciller Jorge Taiana en la celebración del 50º aniversario del Tratado de Roma que estableció la Comunidad Económica Europea

Dr. Rolf Schumacher, Embajador de la República Federal de Alemania, país que ejerce actualmente la Presidencia del Consejo de la Unión Europea.

 

Embajador Gustavo Martín Prada, Jefe de la Delegación de la Comisión Europea en la Argentina

 

Ministros del Poder Ejecutivo, Representantes del Poder Legislativo, miembros del Poder Judicial, señores embajadores y representantes del cuerpo diplomático, señoras y señores

 

Es para mí un gran honor representar al gobierno argentino en esta oportunidad en que se conmemora el 50º aniversario del Tratado de Roma, un acontecimiento histórico de notables consecuencias para la humanidad. Desde entonces,  los derechos humanos, la democracia y la prosperidad se constituyeron en los ejes de esta novedosa construcción política que hoy es referencia para toda la comunidad internacional. La visión de los líderes políticos de los Estados fundadores de la ahora Unión Europea, trasciende por su proyección de largo plazo y, sustancialmente, por los valores éticos y sociales que impulsaron la construcción del espacio común.

Los años que transcurrieron desde esa fecha liminar del 25 de marzo de 1957 muestran un camino de progreso, no exento de crisis, pero claramente de consolidación de las instituciones comunitarias y de incorporación de nuevos miembros, que con los actuales 27 países, comprenden a la mayoría de los Estados Europeos. Europa ha pasado a constituirse en protagonista de la comunidad internacional, en lo económico, en lo político y en lo social.       

Representa en conjunto el mayor Producto Interno Bruto del mundo, el mayor exportador e importador y el mayor receptor y origen de las inversiones extranjeras. El parlamento, las instituciones judiciales, la libre circulación de personas avalada por el Tratado de Schengen, la libre expresión y participación ciudadana en la elección de autoridades y las garantías a los derechos humanos hablan a las claras de la fortaleza del sistema democrático en el continente. Por otro lado, la legislación y los mecanismos de protección social y la distribución de recursos a las regiones de menor desarrollo, son testimonio de la solidaridad que tiene el sistema de integración económica y de asignación de los fondos comunitarios y nacionales.

Claro está que siempre hay mucho por hacer para que los beneficios de la ahora Unión Europea, constituida luego del Tratado de Maastrich, lleguen a todos sus ciudadanos y se alcance la armonía entre todos los integrantes de las respectivas sociedades, muchos de ellos inmigrantes desde distintas partes del mundo. También debe trabajarse para que las políticas comerciales de la Unión tengan en cuenta los intereses de los demás países y tiendan a promover una distribución equitativa de los beneficios del comercio. En ese sentido adquiere particular significación la eliminación de la discriminación que afecta a los países productores de alimentos y la aceptación de un adecuado margen de flexibilidad para la ejecución de las políticas industriales de los países en desarrollo.

En América latina, nuestros países están también empeñados en la construcción de un espacio común. Nuestro Mercado Común del Sur -el MERCOSUR- ha avanzado de manera apreciable en el proceso de integración, tanto en los aspectos comerciales como –desde hace un tiempo con mayor énfasis- en los aspectos políticos y sociales, haciéndose más presente en la vida cotidiana de nuestro pueblo.

Actualmente, nos enfrentamos por primera vez en nuestra historia a la incorporación de nuevos miembros, al tiempo que se generan intensos debates sobre la profundización del alcance de nuestra asociación. El proyecto en marcha del MERCOSUR mira la evolución seguida por Europa, no como una receta exitosa que se puede seguir acríticamente, sino como un caso histórico, y por tanto único, que nos permite a partir de su parámetro, construir nuestra propia integración por un camino ya iluminado. 

Hoy nuestros países gozan de una democracia que abarca a todo el continente desde hace más de veinte años sin interrupciones. Nuestras políticas no pueden instrumentarse sin la premisa de un claro contenido social, que implique que los beneficios se distribuyan efectivamente a los ciudadanos y que la dignidad y los derechos de las personas constituyan la prioridad en su diseño. En este sentido Europa se constituye en un ejemplo a seguir.

Estamos empeñados en progresar en nuestra relación recíproca. Las condiciones están dadas para ello, desde la solidez de la democracia, el crecimiento económico y el apoyo que brindamos al sistema multilateral - en lo político a las Naciones Unidas y en lo económico a la Organización Mundial del Comercio-. 

Tenemos entonces, claras coincidencias objetivas con la Unión Europea. Coincidencias que debemos precisar en mayor medida y con mayor constancia. Estamos empeñados en  que pueda concretarse el proyecto común de Asociación Interregional con el objetivo de promover el comercio y las inversiones, aumentar la coordinación política y consolidar la cooperación en marcha. Ello sólo será posible si las negociaciones alcanzan un resultado que siendo equilibrado tome efectivamente en cuenta las asimetrías existentes.

Tenemos la seguridad de que nuestras aspiraciones y sentimientos son compartidos por la Unión Europea. Los encuentros a distinto nivel político nos indican que la Unión Europea valora y apoya los objetivos y el camino de desarrollo, estabilidad política y consolidación democrática emprendidos por el MERCOSUR y por América Latina.  Permítanme brindar junto a ustedes por los 50 años del Tratado de Roma, por la prosperidad de Europa y de la Argentina y por nuestra sólida amistad.

Muchas gracias.