Agradezco a la Asamblea General, bajo el liderazgo del Presidente Lykketoft, y al Consejo de Seguridad por esta oportunidad. Agradezco también la presencia de representantes de la sociedad civil.
Todos los presentes hoy aquí, compartimos el reconocimiento de que las Naciones Unidas suelen ser el único bastión de esperanza para muchas personas que enfrentan circunstancias difíciles, alrededor del mundo. Estamos unidos colectivamente, en la búsqueda permanente de soluciones a sus necesidades, a fin de estar a la altura de las promesas de la Carta.
Concibo unas Naciones Unidas cuyo trabajo se centre en la primacía de la gente, del planeta y de la prosperidad compartida; guiada por temas y enfocada en generar impactos.
Debemos hacer que esta Organización –la Secretaría, las Agencias, los Fondos y Programas– trabaje para las personas y el planeta de forma que promueva la mayor prosperidad para todos. Debe estar impulsada por la necesidad de abordar los temas de actualidad, no por arreglos organizacionales.
Excelencias: un enfoque guiado por temas nos aleja de los silos que nos dividen y nos acerca a los temas que nos unen.
En el mundo actual, la única forma de lograr un impacto es escuchando cuidadosamente a la gente y trabajando en sintonía con socios locales, regionales e internacionales. Un Secretario General debe inculcar una cultura de humildad en el trabajo diario de la Organización, en sus esfuerzos por implementar y apoyar plenamente las decisiones de los Estados Miembros y sus procesos de toma de decisiones.
Quiero destacar la necesidad de la previsión. No es suficiente que las Naciones Unidas respondan efectivamente a las crisis existentes. Deben ejercer su liderazgo con previsión para anticiparse y prevenir las crisis que se avecinan.
Nuestro enfoque en la gente, el planeta y la prosperidad compartida debe basarse en los principios rectores de la sostenibilidad y del desarrollo de resiliencia. La promoción del desarrollo sostenible de acuerdo con la Agenda 2030 reduce la vulnerabilidad a largo plazo. El desarrollo de la resiliencia exige considerar a las mujeres y a los jóvenes como parte integral de nuestras soluciones.
Garantizar financiamiento confiable para el desarrollo es esencial para reducir la vulnerabilidad que incita al conflicto, genera necesidades humanitarias y pone en peligro los derechos humanos. Debemos pensar nuevas formas de aprovechar la cooperación sur-sur, utilizando el apoyo triangular y el compromiso del sector privado como plataforma para promover soluciones sostenibles e innovadoras para todos.
La urgencia de la inversión en el desarrollo preventivo es evidente si se considera la tendencia global de los grandes desplazamientos de refugiados y migrantes. Necesitamos un enfoque integral que tome en cuenta las presiones demográficas, los impulsores globales y las condiciones estructurales que sostienen esta tendencia, al tiempo que se promueve una mayor distribución de responsabilidades de atender las necesidades de los refugiados y migrantes.
Nuestras acciones deben respetar plenamente la primacía de la propiedad nacional. La Organización debe posibilitar la colaboración con las comunidades y los actores nacionales y locales para fortalecer sus capacidades como primer recurso en todas las respuestas.
En esta era de gran interconexión, los problemas que nos confrontan trascienden las fronteras. Es vital que trabajemos para implementar una estrategia viable y fuerte para lograr tolerancia cero al terrorismo, junto con un enfoque fortalecido del desarme y la no proliferación. Se debe tomar en consideración el rol del cambio climático y de otras presiones ambientales en la aparición de necesidades humanitarias.
Un Secretario General debe estimular los esfuerzos para poner fin al conflicto mediante la diplomacia preventiva y el diálogo político, ofreciendo sus buenos oficios y apalancando las colaboraciones regionales.
La promoción de los derechos humanos debe apuntalar todo nuestro trabajo. La Organización no debe escatimar en el uso de las herramientas a su alcance para promover los derechos humanos de manera holística, inspiradora, frontal, y que reconozca la responsabilidad correspondiente a los estados soberanos.
Naciones Unidas puede multiplicar su impacto ampliando la colaboración y la inclusividad. La colaboración y la inclusividad nos exigen fortalecer el espacio común existente, pero también reconocer que la fuerza está en la diversidad. Debemos hacer más para aprovechar la influencia, el peso político y económico y el conocimiento contextual de los actores regionales para promover la paz, invertir en la preparación y en la reducción del riesgo de desastres, y cultivar la prosperidad.
Este enfoque requiere un Secretario General con valentía en las convicciones para escuchar, aceptar consejos, proponer soluciones y trabajar en forma conjunta con los Estados Miembros para encontrar puntos en común, fortalecer la seguridad y cultivar la confianza.
Excelencias, permítanme ahora hacer algunos comentarios sobre la organización que el Secretario General lidera en calidad de Oficial Administrativo en Jefe. Le corresponde al Secretario General brindar apoyo a la gestión de los procesos de reforma y revisión en consulta permanente con los Estados Miembros. Asimismo, es responsabilidad del Secretario General fomentar la flexibilidad y la agilidad.
El rol clave del Oficial Administrativo en Jefe es brindar supervisión administrativa para que la Organización rinda cuentas a sus miembros, a las personas en todo el mundo a las que aspira a ayudar, y a los ideales codificados en la Carta.
La rendición de cuentas implica transparencia, rendimiento y diligencia debida; comienza por el personal directivo superior y se extiende a toda la Organización. Requiere una cultura organizacional responsable, guiada por acciones y centrada en el impacto.
La rendición de cuentas se demuestra mediante la efectiva y eficiente materialización de los mandatos encomendados a la Organización. Un Secretario General debe contar con el liderazgo visionario y la fuerte capacidad de gestión que se requiere para conducir a la Organización hacia esta cultura. El resultado es una Organización que se adapta a cada nuevo desafío y ajusta su respuesta a los requerimientos de la solución, y no a lo que prescriben las distintas partes de la Organización. Mediante este cambio en la cultura organizacional podemos lograr la Organización eficaz y eficiente concebida por los Estados Miembros. Esa Organización también será plenamente representativa de nuestro mundo, tanto en términos de género como en términos geográficos. Voy a luchar por alcanzar estos objetivos, incluida la paridad de género en los altos cargos, como motor esencial del cambio.
Excelencias, ser responsables de nuestros actos también implica crear y promover un entorno que inspire confianza a las poblaciones afectadas por los conflictos, brindándoles la asistencia que precisan de forma expedita y proactiva, a fin de reducir su sufrimiento. A fin de lograr este objetivo, nuestra organización debe lograr prevenir la explotación y los abusos sexuales con una voluntad política forjada por la cooperación entre los Estados miembros y la Secretaría. En los casos de abuso, la prioridad es brindar apoyo a las víctimas e identificar a los responsables, a fin de cumplir con las obligaciones que nos incumben. Por eso, me propongo trabajar junto con la Asamblea General en la redacción de un Código de Ética al que deban adherir todos los Estados miembros que participen en las operaciones de paz. Asimismo, propongo la designación de un Ombudsman dentro del marco de la Asamblea General, a fin de evaluar el grado de adhesión de los Estados a este Código.
En resumen, resulta fundamental que el Secretario General adopte un enfoque de trabajo holístico que permita romper con los silos organizacionales, maximizar las economías de escala y promover la cooperación entre las distintas áreas.
Excelencias, me he referido a los principios y valores intrínsecos que constituirían la base de mi enfoque como Secretaria General si resulto electa. Me he referido a la humildad y a la previsión como requisitos centrales para las Naciones Unidas. Asimismo, he establecido los que considero son los motores fundamentales para realizar este trabajo: sostenibilidad, propiedad nacional, colaboración e inclusividad. He identificado también la valentía en las convicciones como atributo esencial de un Secretario General para cumplir con las expectativas del mundo. Por último, he destacado los principales factores en los que debería basarse el trabajo de la Organización: flexibilidad, agilidad, rendición de cuentas y un enfoque holístico.
Durante los más de diez años que me desempeñé en esta Organización en las áreas de asistencia humanitaria, paz, seguridad y administración, he visto a las Naciones Unidas trabajar estrechamente junto a sus miembros para hallar soluciones creativas para desafíos sin precedentes: Esta debería ser la regla.
Espero poder ganarme su confianza a fin de conseguir el empoderamiento que necesito para llevar a esta Organización por el camino que todos consideramos debe tomar en el siglo XXI.
Muchas gracias.