La carrera diplomática de María del Carmen Squeff, actual representante argentina ante las Naciones Unidas, comenzó en enero de 1993, después de realizar el concurso de ingreso al Instituto del Servicio Exterior (ISEN) y el curso de dos años de Aspirante, aunque considera que “diplomática he sido desde siempre, si ello implica defender posiciones, asumir compromisos, encontrar consensos, llegar a acuerdos y obtener resultados”.
Squeff eligió la carrera por vocación y la concretó con mucho esfuerzo. Al no poder hacer el Concurso de ingreso con el título de cuatro años de Profesora de Historia, estudió Licenciatura en Ciencia Política “viajando a Rosario porque trabajaba como profesora en Santa Fe”, explica. “Tal era el entusiasmo por concretar mi objetivo, que tres veces por semana viajaba a Rosario a las 5.20 am, cursaba toda la mañana y volvía a Santa Fe a dar clase por la tarde y a la noche”.
La embajadora designada por el presidente Alberto Fernández y el canciller Felipe Solá para ocupar la representación argentina en las Naciones Unidas considera que “la carrera diplomática es apasionante porque es un permanente proceso de construcción” y destaca que tuvo “excelentes maestros en ese camino y dudo ser tan buena como ellos.
Resulta difícil dar nombres porque seguramente olvidaré gente valiosa a la que respeto y de la que aprendí mucho. Entre los profesores del Instituto del Servicio Exterior, destaco a Raúl Vinuesa, Diana Tussie, Roberto Russell y Roberto Bouzas. Durante la práctica de la profesión, a los Embajadores Jesús Sabra, Nestor Stancanelli, Susana Ruiz Cerrutti, Horacio Basabe, Juan Carlos Olima, Federico Mirré, Victorio Taccetti, María Esther Bondanza, Pepe Gutierrez Maxwell y muchos más quienes fueron verdaderos maestros para mí. También he aprendido de los compañeros de promoción, -la XXVI-, de colegas que ingresaron posteriormente y de funcionarios de otros ministerios, especialmente de la Secretaría/Ministerio de Agricultura y de Producción y Economía. Entre estos últimos, que han sido muchos, quiero mencionar a Adrián Makuk (Economía/Producción), Héctor Salamanco y Federico Stoessel, ambos de la Agregaduría Agrícola en Bruselas, mi primer destino. Algunos de los nombrados ya no están con nosotros, pero los tengo siempre presente y fueron muy importantes en mi desarrollo profesional”.
Consultada sobre si la diplomacia está más relacionada con el arte o con el oficio, Squeff asegura que con ambas cosas: “La diplomacia es arte y oficio. Y también talento y pasión. En la medida que el resultado del trabajo diplomático exprese una visión del mundo, una visión argentina del mundo, con sus ideas, aspiraciones y emociones, el arte está presente. El proceso de construcción de acuerdos implica sentimientos, valoraciones y una dosis importante de creatividad. Pero para llegar a esos acuerdos es imprescindible “tener oficio”. En realidad, dedicar mucho tiempo, trabajo y paciencia; manejar los tiempos, las herramientas y los mecanismos de una obra en permanente construcción”.
“Siendo aspirantes del ISEN –recuerda–, nuestra Promoción tuvo la suerte de ser invitada a colaborar con el equipo profesional en el “Arbitraje de Laguna del Desierto”, que estaba conformado por embajadores, ministros y consejeros. La experiencia nos permitió compartir el intenso trabajo de la diplomacia en acción. Argentina ganó el arbitraje. Siempre tendré presente la tarde en que el embajador Horacio Basabe vino a la Dirección de Integración Económica Latinoamericana (DIELA), donde me desempeñaba como Tercer Secretario, a entregarme una copia de la sentencia. Fue un momento inolvidable de respeto, reconocimiento y orgullo.
Tiene experiencia en FAO, Francia y en África. ¿Qué aprendió en cada lugar que le pueda servir hoy para el ejercicio profesional?
La Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) como organización principal del sistema de Naciones Unidas, me dejó el aprendizaje de trabajar en el multilateralismo. Aprendí a reconocer las necesidades y diferencias entre las regiones y los países. Tuve la oportunidad de presidir el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial y su reforma en 2008, en medio de la crisis del precio de los alimentos. Fue una experiencia única. Hubo un auténtico intercambio y aporte entre los grupos regionales. El apoyo a la Presidencia del Grupo de Países Latinoamericanos y del Caribe (GRULAC) fue muy importante, así como el del Europeo y del Africano. Fue valiosísimo el aporte de la Sociedad Civil que contribuyó con papers y reuniones paralelas en la que invitaban a la Presidencia. Durante ese proceso comprendí que suponer que las ideas y propuestas vienen sólo de los equipos estatales es limitar la riqueza del debate y, por ende, los resultados. La participación en el ámbito multilateral no se debe limitar, lo que debe estar claro es el rol que cada actor debe jugar y la responsabilidad que debe asumir.
Francia y Argentina mantienen una excelente relación, no sólo enlazada por el arte y la cultura, los que sin duda han sido notables en nuestros vínculos. Además de las 250 empresas francesas que había en Argentina en 2014 y 2015, -años en los que fui Embajadora en Francia-, la agenda transita los derechos humanos. Tenga presente que ambos países fueron los artífices de la Convención sobre la Desaparición forzada de personas. En ciencia y la tecnología, cabe recordar que los satélites argentinos ARSAT – 1 y 2 fueron lanzados desde la base francesa de Kourou (Guyana Francesa). Es decir, este conjunto de acciones positivas permite un trabajo con Francia intenso, diverso y placentero al mismo tiempo.
De Nigeria la visión que tengo es de un gran país, dispuesto a abrirse, con el que se pueden concretar una serie de proyectos que involucran a la agricultura y la ganadería. La Argentina tiene mucho para aportar en esos rubros. Las múltiples y diversas “Áfricas” que conforman ese gran continente, presentan desafíos y oportunidades. Argentina está en condiciones de definir una política más activa y diferenciada en ese continente.
La ONU aparece como el paraíso de la diplomacia multilateral ¿Es así?
La ONU nació en 1945 en el marco de un mundo devastado por la Segunda Guerra Mundial. Más que construir un paraíso, la Organización se propuso mantener la paz y la seguridad internacionales y se basó en el principio de la igualdad soberana de todos sus miembros. Su estructura procura mantener un equilibrio entre el estatus jurídico privilegiado de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad (Rusia, Estados Unidos, China, Reino Unido y Francia), y la Asamblea donde hay total igualdad de representación.
Si se analiza la trayectoria de la organización en relación con la guerra y la paz, los derechos humanos, los refugiados, el terrorismo, la igualdad de género y el cambio climático parecería que se ha concretado poco. Ahora bien, la Organización ha sido el ámbito donde se han negociado todos los institutos y las convenciones que orientan los temas mencionados. Si bien la ONU debe velar por el cumplimiento de las decisiones y convenciones, los verdaderos responsables son los Estados. Si los Estados desdicen en su accionar lo que acuerdan en las negociaciones, el juego de la ONU se limita a los intersticios que deja el retaceo.
Si se considera el éxito o el fracaso de la agenda inicial “de la guerra y la paz”, las críticas pueden ser muchas porque las Naciones Unidas estuvieron ausentes en algunas de las crisis más serias. Pero, desde otro punto de vista, ONU ha sido un gigantesco éxito porque los nuevos países impusieron una agenda que no era una prioridad inicial, por ejemplo, la temática de descolonización o la problemática del desarrollo, y siempre en la promoción de los derechos humanos.
A veces la palabra “multilateral” termina convertida en una abstracción. ¿Cuál es el desarrollo actual de las prácticas multilaterales? ¿Y qué políticas debería reforzar un país como la Argentina en el marco de las prácticas dentro de la ONU?
Volvemos al punto anterior, el multilateralismo termina siendo una abstracción cuando no se cumple con lo pactado. Si un Estado promueve, negocia y llega a un acuerdo en determinado tema y luego al cambiar el gobierno ese mismo Estado se retira del acuerdo, se daña el multilateralismo y se atenta contra los principios del sistema. Las prácticas se envilecen. Si además esas prácticas las ejecutan actores importantes del sistema, el ataque y sus efectos son aún mayores.
Las prácticas multilaterales de los grandes actores no son homogéneas. Hoy las prácticas más visibles son las del ataque al sistema por sus escasos o insuficientes logros. Es una línea en la cual algunos Estados no asumen responsabilidad alguna. De esa manera se desligan de supuestas “ataduras” cuando en realidad lo que hacen es romper los compromisos que derivan de la pertenencia. Ello se traduce en la salida de organismos y en la denuncia de tratados, entre otras malas prácticas.
Argentina debe reforzar su pertenencia al sistema de la ONU y defender el multilateralismo. Debe hacer frente común con los países de la región y con extra regionales que detentan posiciones comunes. También con los países de renta media. Argentina ha sido históricamente un usuario responsable del sistema en un camino de doble vía: activo protagonista y también demandante. Hoy, más que nunca, Argentina debe profundizar esa línea de trabajo y mostrar más los logros que ha alcanzado a través del trabajo diplomático. Menciono dos ejemplos que seguramente pocos se acuerdan o tienen presente: uno –que ya mencioné– es el Fallo sobre Laguna del Desierto, hay una larga historia detrás de esos resultados y hay hitos que se deben remarcar; el retorno a casa de la Fragata Libertad, retenida en Ghana por el accionar de los fondos buitre. La recuperación de la Fragata fue el resultado de un intenso trabajo diplomático en el Tribunal del Mar.
¿Cuáles son los cinco principales objetivos de gestión como representante argentina ante la ONU?
Los cinco principales objetivos de gestión son:
Impulsar y difundir la defensa de los derechos argentinos sobre las Islas Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes.
Trabajar activamente en la Comisión de Desarrollo Social atento el ejercicio de la Presidencia de dicha comisión.
Ejercer la Presidencia del Grupo de contacto de composición abierta de envejecimiento a efectos de difundir y contribuir a aplicar la normativa vigente, especialmente por los efectos causados por el COVID - 19 en esa franja etaria.
Impulsar la agenda de Género y diversidad atento el camino recorrido. Argentina está primera en el ranking de Naciones Unidas de los países que tomaron medidas para proteger de manera integral a las mujeres en el marco de la pandemia de coronavirus. Ello nos marca un camino.
Profundizar la agenda de derechos humanos en atención a la experiencia acumulada y a la construcción permanente que nuestro país hace en esta materia.
¿Por qué algo tan aparentemente mínimo como dejar de llamar “embajador” a una embajadora se concretó recién este año?
No sólo se puede llamar “embajadora” sino también “ministra”, “consejera” y “secretaria”, es decir, todos los niveles de la carrera. Esta medida fue anunciada por el Canciller en el acto del Día de la Mujer, en marzo último.
Bien dice su pregunta, “algo tan aparentemente mínimo” el uso del masculino y del femenino. Sólo era mínimo en apariencia. La carrera es estructurada en parte por las características del propio trabajo y en parte, por su historia. Esta medida es una en el conjunto de reivindicaciones relacionadas con las cuestiones de género. La Cancillería no podía estar ajena a los cambios que se han concretado en nuestro país. Es un importante avance usar el sustantivo femenino para denominar los rangos de la carrera: somos mujeres y, por lo tanto, es lo que corresponde.