Mayo de 1968 fue protagonista de una rebelión que unió a estudiantes y trabajadores generando huelgas y manifestaciones de gran trascendencia para la historia de Francia, y del mundo en general.
Los jóvenes estudiantes y trabajadores de entonces se unieron para exigirle no sólo al gobierno de Charles De Gaulle, sino a las estructuras de poder en su conjunto, respuestas a las consecuencias sociales, políticas y económicas generadas por el imperialismo, cuestionando principalmente el consumismo y la alienación de los pueblos del mundo.
Pese a que Europa vivía un proceso de recuperación económica post segunda guerra mundial, en 1967 el Presidente francés decretó la reforma de la Seguridad Social de los trabajadores y un plan que dificultaba el acceso a la universidad. Para los estudiantes, comandados por Daniel Cohn Bendit, la universidad debía convertirse en el centro de la crítica a la sociedad capitalista para asegurar la salida laboral en un mundo nuevo, más igualitario.
Las revueltas nacieron en un contexto en que la Universidad francesa se mostró incapacitada para albergar a una masa de estudiantes que había aumentado de 100.000 a 650.000 en menos de una década. Los pedidos de reformas se orientaban a la necesidad de actualización de planes de estudio y de una auténtica libertad de expresión. A esto sumaron el reclamo para que no se dividieran por sexo los dormitorios en las facultades; la disolución de la noción de autoridad indiscutible, fuera gubernamental o paternal; y el fin de las figuras opresivas tanto de la educación como de las familias. Ideales que los estudiantes llevarían como bandera para construir una primavera cultural, reflejados en la revolución maoísta de la China Comunista.
La chispa que encendió la rebelión
La chispa que desencadenó el Mayo Francés fue la represión y la detención de algunos estudiantes por parte de las fuerzas de seguridad, durante una manifestación estudiantil a favor de Vietnam el 22 de marzo de ese 1968. Cabe aclarar que para entonces Francia aspiraba a ser sede de las negociaciones de paz entre norvietnamitas y estadounidenses. Finalmente, el 2 de mayo el Presidente Lyndon Jhonson ratificó a la capital francesa como sede para los acuerdos de paz.
Algunos días más tarde, la Universidad de la Sorbona fue cerrada por orden del gobierno y en el barrio latino se improvisaron barricadas de manera pacífica, esperando que se cumplieran las tres reivindicaciones de los estudiantes: la libertad de los detenidos, el retiro de la policía del Barrio Latino y la reapertura de la Sorbona.
Asimismo el movimiento obrero francés, que había acumulado experiencia en su propia organización, se acopló a las movilizaciones de los estudiantes, contagiados por su espíritu de insurrección. Para el día 13 de mayo se convocó a una huelga general que resultó una de las más numerosas de la historia de Francia, con una participación de aproximadamente 9 millones de personas. De esta manera, se sellaba una alianza entre estudiantes y trabajadores.
Los días agitados de mayo proporcionaron un fundamento político y social a las demás luchas estudiantiles que estallaron en todo el mundo en 1968, no sólo en importantes ciudades europeas, sino también del otro lado del océano atlántico, como en Tatlelolco, México, donde se llevó a cabo una movilización que terminó en masacre por parte de las fuerzas de seguridad.
Fue también el origen de la idea del joven relacionándose con su cultura desde un compromiso político-filosófico, en un tiempo en el que era necesario irrumpir frente a la sombra de los totalitarismos.
Este mes, desde el Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, se ha elegido como destacado un documento fechado el 7 de mayo de 1968, en el que el Embajador argentino en Francia, H. Aguirre Legarreta, le informa al Ministro de Relaciones Exteriores y Culto, el Doctor Nicanor Costa Méndez, sobre la situación en Paris, con el título: Agitación estudiantil en Francia.
En el tercer párrafo del documento, Legarreta le escribe al Ministro: “el descontento suscitado por la política gubernamental en materia de educación que, desde hace largo tiempo es objeto de críticas no solamente de los estudiantes sino también por parte de algunos profesores, sería en principio el origen de este movimiento (…)”.
Luego Legarreta continúa desglosando, en clave de crónica, cómo fueron dándose los hechos, como así también brinda una excelente caracterización del contexto y sus antecedentes.