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ANUNCIO DE TAIANA EN EL CIERRE DEL SEMINARIO TESTIMONIOS DE LA SOLIDARIDAD INTERNACIONAL

Jueves 8 Marzo 2007
Información para la Prensa N°: 
071/03

El Canciller Jorge Taiana cerró esta tarde en el Palacio San Martín el Seminario "Testimonios de la Solidaridad Internacional", actividad que reunió por primera vez a importantes personalidades del país y del exterior que se destacaron por su solidaridad hacia víctimas y familiares en la Argentina y hacia nuestros exiliados y perseguidos políticos durante la última dictadura militar.

Junto al Secretario de Derechos Humanos de la Nación, Eduardo Luis Duhalde, Taiana anunció la creación del Premio Internacional “Emilio Mignone”, mediante el cual “la Argentina reconocerá el trabajo de quienes contribuyan en la lucha por los derechos humanos”, de cualquier condición y lugar del mundo. “Con el premio impulsamos también el intercambio de experiencias, para que a través de este premio las personas destacadas de diferentes países puedan difundir su historia, a la vez que nosotros podremos hacer llegar la nuestra a esos pueblos” aseguró el Canciller.

Taiana dijo también que “la lucha por los derechos humanos no es mirar al pasado sino al presente porque aún a nivel global y regional hay mucho por hacer” y recordó que “por primera vez en nuestro país los tres poderes del Estado, el ejecutivo, el legislativo y el judicial, respondiendo a la demanda de la gran mayoría de la población argentina, han decidido que la lucha contra la impunidad tiene como pilares básicos a la memoria, la verdad, la justicia y la reparación, política que sigue impulsando el Gobierno del Presidente Néstor Kirchner”. El Canciller aprovechó también para saludar a todas las mujeres en su día y a “los que luchan por la igualdad”.

Por la mañana, en el panel “La solidaridad vista desde las iglesias”, monseñor Miguel Hesayne dijo: “Creo en un Dios solidario para el que lo más importante es el hombre y la posibilidad de que todos tengan una vida digna”. “La primera instancia de la solidaridad es la defensa de la vida humana, no hay bien supremo que valga la vida de un hombre. Eso creían los jerarcas de la dictadura: que en nombre de algo superior podían destruir a las personas como si fueran robots. Yo mismo se lo dije en la cara al General Harguindeguy en pleno proceso” aseguró Hesayne y concluyó: “nadie puede considerarse cristiano sino se solidariza con el que tiene su vida amenazada por la alguna razón”

Por su parte, Oscar Bolioli, Patrick Rice y el Obispo Aldo Etchegoyen, recordaron la ayuda de todas las iglesias en la lucha por difundir lo que sucedía en la Argentina. “Desde ese momento ya no se pudo separar la causa del hombre de la causa de Dios” concluyó Bernardo Hughes, otro de los invitados.

En el panel siguiente, Belela Herrera -ex funcionaria de la ACNUR y actual Vicecanciller de Uruguay-, Leonardo Franco -actual Juez de la CIDH y ex Subsecretario de Política Latinoamericana- y Federico Villegas Beltrán, director del área de Derechos Humanos de la Cancillería, repasaron la solidaridad de los diferentes organismos internacionales con la realidad argentina de aquellos años. “Hoy que la lucha continúa, hay que destacar al Plan Patria Grande como una política de estado del Gobierno argentino, que permite la regularización migratoria de los nacidos en los estados del Mercosur ampliado, en contraposición con aquellos planes del odio y represión que eran políticas del terrorismo de estado en todo el continente” explicó Franco.

Personalidades como Adolfo Pérez Esquivel, Tex Harris (Estados Unidos), Louis Joinet (Francia), Enrico Calamai (Italia), Jo Marie Griesgraber, Enrique Pochat, Horacio Verbitsky y Víctor Laplace -cuya película sobre la vida de Monseñor Angelelli se estrenó esta mañana en el Palacio San Martín- desfilaron ayer y hoy por los distintos paneles aportando sus testimonios. Hoy por la tarde, además, hicieron una visita conjunta a la ESMA.

En la inauguración, el Canciller Taiana relató su experiencia personal en cárcel de Villa Devoto, junto a otros militantes encarcelados y aseguró que “desde la prisión vimos el nacimiento y el desarrollo de la solidaridad internacional; fuimos copartícipes de su gestación. A mediados de 1976 nosotros comprendimos que las posibilidades de defensa de nuestra vida con la denuncia y el reclamo interno eran insuficientes. Por eso iniciamos junto a nuestros familiares, que también estaban en riesgo, la primer campaña de cartas a personas del exterior que podían sensibilizarse con nuestra situación”.