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COMUNICADO DE PRENSA CONJUNTO

Lunes 11 Diciembre 2006
Información para la Prensa N°: 
595/06

Buenos Aires, lunes 11 de diciembre de 2006
Instituto Antártico Argentino - Dirección Nacional del Antártico(Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto)
National Science Foundation

Hallazgo de un ejemplar completo de plesiosaurio juvenil fósil posiblemente muerto y preservado por una erupción volcánica en Antártida hace 70 millones de años

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En la sede del National Press Club (Washington, EE.UU.), tiene lugar en el día de la fecha, a las 10:00 (hora de Washington), una conferencia de prensa conjunta de carácter científico, con la presencia del Dr. Sergio Marenssi, Director del Instituto Antártico Argentino, donde se anuncia el hallazgo arqueológico. Paralelamente tiene lugar aquí en Buenos Aires, en la sede de la Dirección Nacional del Antártico (Cerrito 1248), una conferencia de prensa ofrecida por el Director Nacional del Antártico, Mariano Memolli, el Comodoro Osvaldo Marquesini, Jefe del Departamento Antártida de la Fuerza Aérea, y el doctor Marcelo Reguero, miembro de la expedición que realizo el hallazgo.

En medio de vientos huracanados y extremas bajas temperaturas un grupo de investigadores argentinos y norteamericanos descubrieron un excelentemente preservado esqueleto fósil de un plesiosaurio (reptil marino) juvenil que habitó en aguas del Océano Antártico hace unos 70 millones de años atrás.

Los restos fósiles representan uno de los esqueletos de plesiosaurio más completos jamás hallado y sin dudas es el mejor articulado (es decir con sus huesos unidos) de todos los hallados en Antártida. La criatura habría habitado las aguas antárticas durante un período en el cual los continentes y los océanos eran mucho más cálidos que hoy en día.

Estos plesiosaurios de cuello largo son más conocidos por su parecido y supuesta continuidad en los legendarios habitantes del lago Ness en Escocia. Sin embargo la evidencia científica muestra que los mismos se extinguieron hace más de 65 millones de años atrás junto con los dinosaurios. Sin embargo, las reconstrucciones de estos animales logradas a partir de los hallazgos como el que se presenta hoy han permitido conocer que cuando estaban vivos sus aletas como remos les habrían permitido ¨volar en el agua¨ en un movimiento parecido al de los pingüinos de hoy día.

Los restos de este reptil marino fueron descubiertos por un equipo conjunto de investigadores argentinos y norteamericanos en el cabo Lamb, sudoeste de la isla Vega cerca del extremo norte de la Península Antártica. El grupo de investigadores estaba formado por los doctores James Martin (Escuela de Minas y Museo tecnológico de Geología de Dakota del Sur, EEUU), Judo Case (Universidad de Washington Oriental, EEUU), Marcelo Reguero (Museo La Plata), Sergio Marenssi (Instituto Antártico Argentino y CONICET) y Sergio Santillana (Instituto Antártico Argentino). La expedición fue financiada por la Fundación Nacional de Ciencias (EEUU) y el Instituto Antártico Argentino a través de la Dirección Nacional del Antártico. El apoyo logístico en Antártida fue provisto a través de la Base Marambio.

¿Preservado por una erupción volcánica?

Luego de haber sido preparado en los Estados Unidos, el Dr. James Martin informó que el espécimen correspondía a un plesiosaurio de cuello largo (Elasmosaurio) de 1,5 metros de largo. Un ejemplar adulto de esta especie podía medir hasta 10 metros de largo. Este hecho junto a que la mayor parte de los huesos del fósil hallado no estaban totalmente desarrollados indican claramente que se trata de un ejemplar juvenil.
Sin embargo el área estomacal del animal esta espectacularmente bien preservada. Las costillas estomacales abarcan el abdomen y en lugar de ser largas y rectas como en la mayoría de los plesiosaurios estas son bifurcadas a veces hasta en tres ¨dientes¨. Más aún, en la cavidad abdominal fueron encontradas numerosas piedras estomacales pequeñas y redondeadas (llamadas gastrolitos) indicando que las mismas eran ingeridas incluso por los juveniles para facilitar la flotación a diferentes profundidades o para ayudar en la digestión.

El esqueleto está casi perfectamente articulado como lo estaba en vida aunque el cráneo fue erosionado y separado del cuerpo. Las inclemencias del tiempo en la isla Vega y la falta de tiempo impidieron la búsqueda de esta pieza.

Los investigadores especulan que una erupción similar a la del Monte Santa Helena en el Estado de Washington (EEUU) en 1980 podría haber causado la muerte del animal. Durante las excavaciones fueron descubiertas varias capas de cenizas volcánicas conteniendo restos vegetales carbonizados intercaladas en las capas de areniscas marinas que encerraban al ejemplar descubierto. Esto podría sugerir una caída simultánea de gran cantidad de árboles y plantas como se observó durante la erupción del Monte Santa Helena. Tanto la explosión como la lluvia de cenizas pudieron haber matado al juvenil. Así mismo la sílice extraída de las cenizas volcánicas permitió la espectacular preservación del esqueleto.

Fuertes vientos, agua congelada y trabajo pesado!

Al igual que cuando este mismo grupo de investigadores descubrieron restos de un dinosaurio en Antártida hace unos años atrás, el clima y las condiciones extremas en Antártida hicieron que los trabajos de recuperación de este fósil fueran extremadamente difíciles. Semanas de fuertes vientos impidieron la excavación y hacia los últimos días de la expedición las bajísimas temperaturas congelaban el agua antes de poder mezclarla con el yeso para hacer un ¨sarcófago¨ (conocido por los paleontólogos como ¨toco¨) para transportar al ejemplar sin dañarlo. El suelo estaba tan congelado que varias herramientas se rompieron y finalmente hubo que recurrir a un martillo neumático que tuvo que ser transportado en mochilas hasta el sitio de la excavación junto con su combustible, el yeso y agua para hacer la mezcla.

La envoltura protectora del esqueleto resultó tan pesada y grande que fueron necesarias 5 personas para levantar al ejemplar. El mismo fue cargado en un helicóptero Bell 212 de la Fuerza Aérea Argentina apostado en Marambio para dar apoyo a los grupos científicos del Programa Antártico Argentino. El ejemplar fue trasladado al Museo de Dakota del Sur (EEUU) para su preparación, réplica y estudio.

¿Una guardería prehistórica?

El esqueleto fosil fue hallado a una altura de 200 metros sobre el nivel del mar actual en la isla Vega gracias a que la erosión de las areniscas marinas dejó al descubierto algunas vértebras. Los huesos estaban asociados a invertebrados marinos que sugieren que hace unos 70 millones de años el área constituía parte de un ambiente marino de baja profundidad. En estos mismos niveles se hallaron restos de otros dos esqueletos parcialmente preservados junto con restos fósiles de aves.

Desde 1998 este grupo argentino-norteamericano ha descubierto en el área numerosos ejemplares juveniles de plesiosaurios y mosasaurios (un gigantesco reptil marino similar a un caimán con aletas). Los investigadores creen que el sitio podría haber sido una región de aguas someras y protegidas en donde estos reptiles marinos tenían a sus crías y donde estas permanecían hasta alcanzar suficiente tamaño y destreza como para aventurarse y sobrevivir en aguas abiertas.

Aunque aun no ha podido probarse que los reptiles marinos dieran a luz sus crías vivas los numerosos hallazgos de restos de grandes ejemplares junto con los juveniles podrían sugerir que dado el amplio tiempo que tuvieron estos grupos para evolucionar podrían haber desarrollado una forma de dar a luz sus crías vivas o bien permanecían en el área hasta que las mismas nacían y se desarrollaban.