Un operativo histórico: la repatriación de compatriotas o residentes en la Argentina en tiempos de pandemia

Miércoles 1 Julio 2020

Acciones para asistir a los argentinos en el exterior ordenadas por el canciller Felipe Solá y realizadas por el Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto como parte de la política pública de prevención ante el Covid-19.

1° de julio de 2020

 

 

Las cifras

   Entre el 16 de marzo de 2020  y el 30 de junio volvieron a la Argentina 205.769 compatriotas o residentes en el país que estaban fuera cuando arreció el Covid-19.

   Fueron 88.463 quienes lo hicieron por aire.

   Por vía terrestre  o por agua ingresaron 117.306.

   Estas cifras permiten concluir, a principios de julio de 2020, que el Estado nacional completó un proceso de repatriación inédito en la historia argentina por la simultaneidad y la coordinación logística requeridas por una situación que variaba día a día.

   La pandemia encontró a miles de argentinas y argentinos en el exterior del país. La mayor parte, naturalmente, integra la cifra de alrededor de un millón de compatriotas que por distintos motivos, forzados o voluntarios, no vive en la Argentina. Otra franja, sin duda menor pero significativa, corresponde a ciudadanos que estaban de vacaciones o en viajes ocasionales, a veces de estudio, y que había salido del territorio nacional por un plazo corto y de improviso no halló la forma de volver.

   La Cancillería argentina se hizo cargo del problema desde el primer día. El ministro de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto Felipe Solá dio una instrucción precisa: cumplir con el objetivo de buscar la repatriación de todos los que quisieran regresar al país.

   Así se hizo, y por eso ya están en la Argentina casi todas las personas que expresaron su deseo de volver tras un viaje de turismo o una estadía relativamente más larga.

   Conviene destacar que hasta el momento no hay vuelos comerciales clásicos porque éste es un mundo de fronteras cerradas y logística de transporte interrumpida. En estas condiciones de pandemia las empresas aéreas solo vuelan a la Argentina bajo vuelos administrados y coordinados con el Estado nacional. Por eso desde el primer instante la Cancillería se involucró como un actor decisivo junto a los ministerios de Salud, Transporte e Interior. Sin Estado la repatriación hubiera sido imposible.

   Ese compromiso estatal no ha cesado. Lo que empezó a cambiar durante junio es la cantidad y el tipo de pedidos de argentinos en el exterior. Por un lado, la novedad es que bajó el número de personas que efectivamente utilizan su ticket para tomar el vuelo que tenían acordado. La información que llega a la Argentina desde los consulados y las embajadas es que esa novedad se está produciendo porque ante la perspectiva de apertura en diferentes sitios muchos compatriotas o residentes deciden permanecer en el lugar de estadía. Por otro lado, se redujo drásticamente el pedido de asistencia, económica o sanitaria. La explicación es similar: la búsqueda de la repatriación, en esos casos ya muchísimo menos numerosos que antes, perdió su carácter de reclamo masivo ante la percepción de que las condiciones fuera del país podrían cambiar para mejor.

   Las cifras apuntadas al comienzo revelan un crecimiento más lento de las entradas por tierra y agua y un número sostenido de los ingresos por aire. No se trata de un fenómeno natural. Obedece a una organización cada vez más aceitada dentro de los ministerios consagrados, entre otras tareas, a las repatriaciones, y a la programación de vuelos especiales después de una concertación viaje por viaje.

  Ese proceso es visible por el cuadro de vuelos que se adjunta con este relevamiento.

    Desde ese punto de vista, y si no cambian las características actuales  --marcadas por la pandemia y por la respuesta de mayor o menor apertura de cada país ante el Covid-19--, hoy podemos afirmar que el objetivo de repatriación  buscado por el Gobierno nacional fue alcanzado con éxito.

 

Los pasos seguidos

   En realidad a mediados de abril, cuando la Cancillería realizó el primer relevamiento completo al cumplirse el primer mes de situación especial, ya había podido volver casi el 90 por ciento de los argentinos que habían querido regresar al país desde el 16 de marzo. Al Estado nacional le preocupaba la suerte de todos. La de ese 90 por ciento que ya había podido volver. Pero también lo inquietaba el porcentaje restante: la pandemia del Covid-19 era y es fuente de incertidumbre para argentinas y argentinos dentro y fuera de la patria.

 

   Los relevamientos ordenados por el canciller Felipe Solá indican lo siguiente tras el análisis de las cifras propias del Ministerio de Relaciones Exteriores, de la Administración Nacional de Aviación Civil (Ministerio de Transporte) y de la Dirección de Migraciones (Ministerio del Interior):

*Entre el 17 de marzo y el 16 de abril entraron al país 168.140 argentinos o residentes.

*Por los aeropuertos de Ezeiza y el Palomar, sobre todo ingresaron 63.485 personas. Entre el 17 de marzo y el 31 lo hicieron 59.852 personas. Entre el 1 y el 16 de abril entraron 3633 personas.

*Por tierra y vías fluviales entraron 104.655 argentinos o residentes.

*Separado por etapas, entre el 17 y el 31 de marzo ingresaron por tierra y vías fluviales 95.445 personas. Del 1° al 17 de abril, 9210.

*La estimación de la Cancillería por sus registros propios es que el 17 de abril habían manifestado de manera fehaciente su intención de volver 23.225 mil argentinos más.

*Pero el 18 y 19 entraron vuelos autorizados y vuelos humanitarios con un total de 1732 personas a bordo. La cantidad de argentinos con intenciones de volver se redujo entonces a 21.493.

 

 

*Si a los 168.140 se le suman esos 21.493, el resultado da un total de 189.633. Ese es el ciento por ciento de los casos si se considera el período terminado el 19 de abril.

*Es decir que bien entrado abril de 2010 había vuelto el 88,7 por ciento de los argentinos y residentes que querían regresar. Al 20 de abril de 2020 quedaba por volver un 11,3 por ciento.

*Del 16 de abril al 30 de junio inclusive, se sumaron a esas cifras 37.629 personas en condiciones de ingresar al país.

*Por vía aérea entraron 24.978.

*Por vía terrestre, 12.315.

*Por vía fluvial o marítima, 336.

   Esos números son los que dan como resultado las cifras mencionadas al comienzo del presente informe.

   La fecha del 17 de marzo fue elegida como referencia porque el lunes 16 de marzo el Boletín Oficial publicó el Decreto de Necesidad y Urgencia 274/2020, por el cual el Presidente de la Nación dispuso las primeras restricciones para “minimizar el ingreso al territorio nacional de posibles casos de contagio potencial”.

   Sería aventurado, sin embargo, hablar de un 100 por ciento de resolución de casos. La explicación es sencilla: más allá de algunas pocas excepciones no resueltas es posible que sigan sumándose personas que expresen su deseo de volver. O que, habiendo dicho lo contrario en algún momento, cambien su objetivo de acuerdo con situaciones personales o con nuevas adversidades en el país donde se encuentran.

Una estrategia única

 

La política pública para combatir la pandemia es una sola. Cada organismo la aplica según su función específica dentro de la inagotable complejidad internacional y nacional de la tragedia.

En el territorio nacional el Estado encaró la lucha contra el virus mediante distintas etapas, a veces diferenciadas por regiones o provincias y a veces sincrónicas, y diferentes herramientas de aislamiento social. El objetivo fue siempre aplanar la curva de contagios y poner a punto el sistema sanitario. La meta suprema sigue siendo disminuir lo máximo posible la pérdida de vidas.

Todos los organismos del Estado apuntan hacia el mismo objetivo. Cada día mejoran su coordinación y ajustan la sintonía de acuerdo con las novedades científicas y las necesidades sociales.

 

Fuera del país, a través de la Cancillería el Estado asistió a los argentinos que todavía no pudieron regresar, y lo hace en los casos en que aún sea necesario. La respuesta es doble. Por un lado, la ayuda en el regreso. Por otro, la búsqueda de una atenuación de los problemas que genera una estadía forzosa lejos del hogar cuando la vuelta se demora.

El Presidente de la Nación, Alberto Fernández, afirmó que el Estado nacional quiere que puedan regresar a la patria todos los argentinos y los residentes que lo deseen.

Es público que la situación económica del mundo empeoró. Que la logística y el transporte de pasajeros son dos de los sectores más castigados por el Covid-19. Que la pandemia mostró un panorama de fronteras cada vez más cerradas en los cinco continentes y luego, en la tímida apertura de fines de junio, un alto nivel de restricciones. Es público también que los Estados aumentan las barreras porque no quieren convertirse siquiera en sitios de tránsito para los pasajeros que decidieron emprender la vuelta a casa.

 

Controles

Como todas las políticas públicas en condiciones de Covid-19, el bien superior a proteger es el que indicó el Presidente: cuidar la vida.

 

Así como diseñó las políticas de aislamiento y distancia y restringió, con matices, los niveles de circulación de personas, el Poder Ejecutivo Nacional dispuso controlar de manera estricta la entrada por las fronteras. También con matices y sin dogmas. Hubo diversas etapas con características distintas, y seguramente habrá otras nuevas en el futuro: la situación mundial y la doméstica cambia todos los días.

 

Dosificación

El criterio fijado por el Estado luego de que estuviera habilitado, entre otros, el aeropuerto de El Palomar, fue que hubiera un solo aeropuerto de entrada a la Argentina, el de Ezeiza. Y varios pasos terrestres.

Las fronteras estaban cerradas para los extranjeros y a la fecha de este informe siguen cerradas.

Conviene aclarar que las fronteras terrestres no tienen limitación alguna para argentinos o residentes que ingresen en vehículos particulares.

Para los argentinos y los residentes en el país el Estado fue estipulando cuántas personas podían volver diariamente por aire y por tierra en transporte público.

 

La dosificación del ingreso al país es la cara externa de la dosificación de movimientos dentro del país. Son políticas públicas generadas con el mismo espíritu sanitario. Entrañan incomodidades y molestias, en la vida cotidiana y en la economía personal. Procuran atender primero a quienes en cada caso son los sectores más vulnerables.

No es razonable pensar en un Estado que regula la cantidad de personas presentes al mismo tiempo en un colectivo o una terminal de tren y que, a la vez, arriesgue la política de disminución del contagio por la superpoblación de aeropuertos con presencia de infectados de Covid-19 o probables casos asintomáticos.

El Estado aplicó una política que evitase el descontrol y los eventuales daños para quienes están en la Argentina y nunca se fueron, para los que se fueron y volvieron y para los que aún quieren volver.

La evolución

La Cancillería argentina se ocupó de la cuestión de los argentinos en el exterior desde el primer momento. A mediados de marzo había miles de argentinos distribuidos por todo el planeta que explícitamente manifestaban su deseo de volver.

 

Muchos se comunicaron con los consulados argentinos y con las embajadas. Muchos otros llamaron por teléfono o enviaron mensajes de WhatsApp a las líneas rotativas de la Cancillería.

Ese call center fue la primera medida adoptada para paliar los males de la emergencia. Funcionó hasta el 21 de marzo. Pero la comunicación, por supuesto, siguió. La Cancillería abrió y mantiene operativas varias direcciones de correo electrónico. Hay una por cada área geográfica del mundo y formularios que se pueden descargar accediendo al consulado más cercano.

Las respuestas parten del Ministerio durante las 24 horas.

 

Quiénes son

La Cancillería trabaja con un universo disímil y variable.

Una parte abarca a quienes se fueron comunicando desde el exterior.

Otra parte son los familiares en la Argentina.

Una tercera parte, la lista que los cónsules abrieron por instrucciones del canciller para sistematizar los requerimientos.

 

Los 21.493 argentinos con deseos de volver registrados al 19 de abril de 2020 y los 4.810 vulnerables se repartían de esta manera:

*América central, 4.479 con deseos de volver. De ellos, 820 vulnerables.

*América del Norte, 4.665. Los vulnerables son 940.

*Asia, Africa y Oceanía, 2313. Vulnerables, 326.

*Europa, 6.670. Vulnerables, 1810.

*América del Sur, 3.365. Vulnerables, 914.

 

Las etapas fueron distintas. A los turistas que querían  regresar al país se sumó muy pronto un perfil diferente: el de los argentinos que estaban trabajando o estudiando en el exterior y que, en el marco de la crisis generada por la pandemia, perdieron su empleo o su beca de estudio.

 

Problemas con las empresas aéreas

La complejidad fue haciéndose cada vez mayor no solo por la estrategia argentina de prevención de la pandemia sino, sobre todo, por la crisis de la logística mundial.

La mayoría de las aerolíneas del mundo canceló sus vuelos regulares a partir del 17 de marzo de 2020. Pasó en casi todos los países de América, Europa y Oceanía.

Fue entonces que surgió una categoría nueva: la de argentinos en el exterior que tenían pasajes de regreso al país pero iban siendo dejados en tierra por las empresas aéreas. El fenómeno motivó protestas por parte del propio ministro. El canciller Felipe Solá se quejó en comunicaciones personales y públicamente de que algunas aerolíneas, incluso con ese nuevo escenario, seguían vendiendo pasajes y luego cancelaban vuelos. Para colmo decían que la Argentina les impedía aterrizar. Era una deformación de la realidad: los aterrizajes estaban y están restringidos y dosificados, no prohibidos.

El efecto de ese comportamiento de muchas firmas aerocomerciales fue crear una demanda ficticia y defraudarla. De esa manera las aerolíneas irresponsables aumentaron la angustia de los argentinos en el exterior.

En muchos casos el aeropuerto de Ezeiza hasta se vio desbordado por los arribos de vuelos que literalmente pedían pista una vez que habían decolado. Eso constituyó otra forma de deslealtad por parte de algunas compañías aéreas. Fue notorio en vuelos provenientes de Brasil, donde había una gran cantidad de turistas argentinos, y también en vuelos desde otros aeropuertos.

 

Ingreso administrado

El ingreso de los vuelos diarios al aeropuerto de Ezeiza siguió un camino cada vez administrado, con coordinación entre los ministerios de Relaciones Exteriores, Salud, Transporte, Interior (la Dirección de Migraciones) y Seguridad.

La política pública fue siempre global. En una primera etapa apuntó a combinar la colocación de límites contra el riesgo de traer más portadores asintomáticos de Covid-19, por un lado, con los deseos de volver y las necesidades de los más vulnerables, por otro lado.

Como quedó dicho, al principio muchos de los argentinos que estaban en el exterior consiguió vuelos y no necesitó asistencia consular. Otros volvieron por tierra.

Después se agregaron nuevas dificultades. México, Miami, Panamá, Santiago de Chile y San Pablo fueron los aeropuertos adonde fueron llegando argentinos desde otras ciudades del mundo. Su esperanza era que desde esos aeropuertos sería más fácil el regreso.

La concentración en verdaderos cuellos de botella provocó una presión inusitada de pasajeros que, sin tener asegurado su arribo a la Argentina por el control de vuelos y la cantidad diaria de ingresos autorizados por el Estado nacional, se vieron expuestos a los problemas de la aglomeración. Soportaron largas esperas en terminales aéreas como Panamá, San Pablo y Santiago de Chile. Como ocurre con cualquier otra aglomeración, disminuyó la distancia social y aumentó el riesgo de contagio.

La detección de esas aglomeraciones hizo que el canciller les fijara a los cónsules otro objetivo más: hacer lo posible por desagotar esos aeropuertos. El riesgo era el contagio. Primero, para los argentinos en los aeropuertos. Luego, para esos argentinos convertidos en pasajeros. Más tarde, para ellos mismos como vectores de contagio de familiares en la Argentina. Era preciso minimizar el peligro.

 

Agravantes

La estimación de la Cancillería es que la mitad de quienes ingresaron del 17 al 31 de marzo habían salido en viajes turísticos cortos y decidieron volver. Muchos lo hicieron en automóviles y ómnibus de larga distancia desde Brasil, Chile, Uruguay, Paraguay y Bolivia. La situación obligó a sortear aún más obstáculos cuando comenzó abril. En algunos casos, por la incertidumbre sobre la fecha de regreso. En aproximadamente la cuarta parte de los casos, por circunstancias agravantes:

 

 

*Adultos mayores, considerados parte de la población con mayor riesgo de contagio.

*Adultos mayores que además de ser parte de la población de mayor riesgo tenía necesidades de medicación o precisaba continuar en la Argentina un tratamiento para una dolencia crónica.

*Otra circunstancia que agravó las dificultades fue el cierre de hoteles, hostales y otros lugares de alojamiento.

Ante la imposibilidad objetiva de cumplir con el deseo de todos los argentinos de una sola vez, los consulados tomaron en cuenta esas circunstancias.

El Estado también podía adoptar la iniciativa de habilitar vuelos humanitarios. Lo hizo. Fue concediendo habilitaciones día a día de acuerdo con varios parámetros:

*El crecimiento de la pandemia.

*Las posibilidades de funcionamiento controlable de corredores sanitarios seguros creados desde Ezeiza y desde los pasos terrestres hacia los lugares de residencia de cada uno de los regresados.

 

Nuevos desafíos

 

La reconstrucción de la historia de este gigantesco operativo fue mostrando a cada paso nuevas trabas. No había aviones suficientes de las aerolíneas. Entonces fue cada vez más difícil ofrecer cronogramas de vuelos con certeza absoluta y un horizonte de al menos 15 días a los argentinos en el exterior.

Las líneas aéreas decidieron no confirmar vuelos especiales hasta que no estuvieran vendidas todas las butacas posibles. “minimizar el ingreso al territorio nacional de posibles casos de contagio potencial”.

Los desafíos no cambiaron el doble punto de partida. La Cancillería siempre fue consistente con la promesa del Jefe del Estado de repatriar a la mayor cantidad posible de argentinos y residentes en la Argentina.

La política de la Cancillería también fue consistente con la estrategia sanitaria del Estado.

 

Asistencia

El artículo 4 del decreto 313/2020 estableció que el Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto “adoptará a través de las representaciones argentinas en el exterior las medidas pertinentes a efectos de facilitar la atención de las necesidades básicas de los nacionales argentinos o residentes en el país que no pudieran ingresar al territorio nacional en virtud de lo previsto por el artículo 1° del presente, en el marco de sus posibilidades y cooperando con el Estado en el que se encuentren, hasta tanto puedan retornar a la República Argentina”.

Una resolución administrativa de la Cancillería, la número 62/2020 publicada el 28 de marzo de 2020, creó el “Programa de asistencia de argentinos en el exterior en el marco de la pandemia del Coronavirus”. Aportó fondos, que se giraron a los consulados, para satisfacer las necesidades impostergables de hospedaje, alimentación, asistencia sanitaria y toda otra necesidad básica a “quienes se encuentren incursos en una situación de vulnerabilidad que no les permita resolver la cuestión por sus propios medios”.

 

Vuelos humanitarios

En Sudamérica la Cancillería coordinó el uso de aviones comerciales y aviones Hércules para garantizar el regreso de los argentinos que estaban en Ecuador y en localidades de Perú como Arequipa, Cusco e Iquitos. En casos como Cusco e Iquitos la altura de los aeropuertos tornó imposible que ingresaran aviones de Aerolíneas Argentinas.

La colaboración inestimable del Ministerio de Defensa y de la Fuerza Aérea Argentina se corporizó en numerosos viajes a Lima, a Arequipa y a Guayaquil. En la mayor parte de los casos eran turistas de bajo poder adquisitivo.

Otra preocupación de la Cancillería fue desatar nudos importantes. En Ciudad de México la lista de espera de argentinos y residentes crecía de manera cotidiana. Esa lista aumentaba, además, con la llegada de argentinos desde otros sitios. Por ejemplo, desde el sudeste asiático. Como es sabido, Aerolíneas Argentinas no tiene base en la capital mexicana. Y muchos argentinos poseían pasajes de Aeroméxico, Copa, Latam y otras compañías. En algunos casos, como se ve, hasta líneas aéreas dejaron de estar en el mercado al momento de la redacción de este informe.

La Argentina requirió y obtuvo del gobierno de México vuelos de Estado que trajeron connacionales y llevaron mexicanos. Los gastos fueron compartidos con ese país.

Otra característica de quienes estaban en México es que, en Cancún, la cifra de argentinos que aguardaban vuelo hacia la patria estaba engrosada por jóvenes que tenían empleos en la Riviera Maya y perdieron su trabajo por la pandemia. Otros llegaron ahí desde Ciudad de México porque Aerolíneas Argentinas sí tiene base en Cancún y realiza dos vuelos semanales.

Otra situación preocupante fue la de los argentinos sorprendidos por la pandemia mientras viajaban en cruceros. La Cancillería realizó complejísimas gestiones en favor de los argentinos del crucero de bandera holandesa Rotterdam. También se ocupó de quienes estaban en el Celebrity, que tuvo casos positivos de Covid-19 a bordo y pudo bajar a los enfermos en San Diego. Desde allí envió a cerca de 60 personas mayores a San Pablo vía aérea. Las autoridades brasileñas los recluyeron en un hotel cerca del aeropuerto de Guarulhos, donde hicieron su cuarentena. Entonces se produjo el fallecimiento de un compatriota de 92 años. El domingo 19 de abril, entre otros vuelos autorizados, un avión Fokker de la Fuerza Aérea trajo a ese grupo de San Pablo a Ezeiza.

La Ley de Ministerios 22.520 y sus modificaciones establece entre las competencias de la Cancillería la de ocuparse de la protección y asistencia de los ciudadanos en el exterior y la de fortalecer sus vínculos con la República. En condiciones de pandemia, la vuelta a casa de manera responsable y organizada es un compromiso del Estado argentino.

 

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