La Campaña Antártica de Verano 2017/18 en curso tiene actualmente una importancia singular: está marcada por el regreso tan esperado del Rompehielos Almirante Irízar a los mares antárticos, luego de años de su proceso de reparación y modernización. Con sus nuevos laboratorios, se ha convertido en un buque de investigación oceanográfico de enorme valor y un verdadero emblema del Programa Antártico Argentino. Gracias al Irízar, tenemos asegurado el reabastecimiento y recambio de personal en las 13 bases permanentes y/o temporarias de nuestro país en el continente blanco.
A los argentinos, la Antártida nos atraviesa y nos trasciende. Primero por su dimensión histórica, marcada por los grandes exploradores y precursores, pero además por su dimensión presente y futura, sostenida muy especialmente por la investigación científica. Somos plenamente conscientes del rol de la ciencia antártica no sólo para comprender fenómenos sino también para defender los derechos e intereses de la Argentina en ese continente de hielo, tarea que se logra también gracias al aporte de la diplomacia y el trabajo logístico de las Fuerzas Armadas.
Somos un país pionero en la actividad antártica y desarrollamos desde hace más de 100 años una verdadera política de Estado, en la que reafirmamos también el compromiso con el Sistema del Tratado Antártico y con la preservación y protección de los enormes recursos naturales que allí existen.
La labor y la producción de nuestros científicos antárticos, vinculadas con la biología costera y terrestre, oceanografía, geología y glaciología, son silenciosas pero muy ricas y están teniendo una importante repercusión en prestigiosos foros de divulgación científica, como lo testimonia el texto que contiene esta publicación de nuestro newsletter.
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Jorge Faurie
Ministro de Relaciones Exteriores y Culto