
Los primeros años del Siglo XX constituyen el momento decisivo del Estado argentino en la Antártida debido a una serie de acciones precursoras que serán llevadas a cabo con una aguda visión de futuro y se caracterizarán por su heroísmo y espíritu emprendedor. Aquellos hechos protagonizados por la República Argentina en la Antártida comienzan con la ayuda brindada a la Expedición Antártica Sueca de 1901, en la que participaría el alférez José María Sobral. A esta acción solidaria que inaugura una rica historia de cooperación científica internacional en la Antártida le sigue el rescate de dicha expedición por la corbeta ARA Uruguay, abriendo así también un fértil camino de rescates antárticos protagonizado por ciudadanos argentinos que se extiende hasta nuestros días. De importancia trascendental fue la toma de posesión del observatorio de las Orcadas del Sur, que expresó claramente que la ciencia y el Estado argentino llegaron para quedarse en aquella región. La fundación de la Compañía Argentina de Pesca ese mismo año implicó que durante medio siglo el sector privado acompañara la presencia estatal, brindado su apoyo a las dotaciones científicas. La designación de autoridades nacionales para aquellos territorios y la compra de un buque polar para la Armada Argentina constituyen el cierre de este singular período fundacional.