Gestión de los residuos antárticos
La principal premisa de cualquier actividad antártica es lograr la minimización de los residuos producidos, a partir de una adecuada planificación. A menor cantidad de residuos generados, menor posibilidad de producir contaminación.
Sin embargo, la gestión no se detiene aquí. Un estricto sistema de clasificación de residuos rige también en todas las estaciones científicas, campamentos o buques que trabajan en la Antártida. Si bien puede haber algunas pequeñas diferencias entre países, en líneas generales los residuos se separan entre restos orgánicos, plásticos, metales, cemento, vidrios, residuos peligrosos o tóxicos y aguas residuales. Otra de las claves de la gestión de los residuos radica en que la gran mayoría debe ser retirada de la Antártida por sus propios generadores. Solo los residuos orgánicos y las aguas grises (de baños y cocinas) pueden tratarse en el continente mediante la utilización de equipos especiales. El resto de los residuos se almacenan bajo estrictas condiciones, por lo general en contenedores aislados del sustrato, hasta que son retirados de la Antártida, principalmente vía marítima.
Estas medidas han sido un paso fundamental a la hora de evitar la contaminación de los mares y los suelos antárticos. Se aplican, además, restricciones mayores para el almacenamiento y transporte de los residuos peligrosos o tóxicos. Debe tenerse en cuenta que en la Antártida la energía para iluminación, calefacción y uso de vehículos y embarcaciones se genera, sobre todo, a partir de combustibles de origen fósil, cuyos residuos son considerados peligrosos, pues requieren de un tratamiento particular.
Los laboratorios científicos también producen una amplia gama de residuos de sustancias químicas, aunque en general en pequeñas cantidades. Hasta la entrada en vigencia del Protocolo de Madrid en 1998, muchos residuos se arrojaban al mar, se quemaban a cielo abierto o se enterraban en el sustrato, práctica que constituía una importante fuente de contaminación. Se requiere, entonces, un considerable esfuerzo logístico y económico que permita clasificar, almacenar y transportar los residuos a varios miles de kilómetros de distancia de su lugar de generación.
En cuanto a los residuos generados por buques que navegan en aguas antárticas, a fin de prevenir la contaminación marina, éstos deben aplicar toda la normativa internacional relacionada a la prohibición de eliminación de basuras y líquidos contaminados desde las embarcaciones. Con esto no solo se busca limitar la posible contaminación de los mares, sino también proteger la fauna que allí habita.